Arguciosa la mente: por lo que lo último que debe importar es la realidad de los hechos.
Digo solamente que lo preví con el inquietante sentido que precede a la mirada (el cual ignoro), y que abrí mis ojos alarmados.
Estaba esperándome, parado, junto a mi cama. No necesité despertar
(el ver procede por capas. Y el encuentro se producía invidentemente en el plano astral).
Simplemente estaba ahí, ese mal abstracto, viniendo a algo.
Nada sucedía, en verdad; salvo la oscuridad, que era irrevocable.
Y yo lamentaba que todo fuese así. Todo tan lamentable.
Lentamente se inclinó sobre mí. Me sentí rendido. No era uno de los nuestros, pero traía ese aire a sobra que nos da consistencia humana: tal vez lo fue. Parecía un tipo fiero, malo, como esas bajezas que abundan en la literatura de Arlt.
Ya sobre mi cara vi su cara común y avejentada. Su voz fue consecuente: sepultada, seca por el desuso, o el mal uso. Me lo dijo enojado:
-Sos un hombre cerrado.
25 de octubre de 2010
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2 comentarios:
"(no debemos luchar
contra ningún demonio.
dicen los teólogos,
debemos luchar con nuestro ángel,
...para que él nos venza)
V. Temperley."
me hiciste recordar algo que me pasó, y recé hasta quedarme dormida.
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