3 de diciembre de 2006

Once veinticinco.

Negra. Pavonada. Cargada de angustias. Fría y pesada. Pesada con el peso del mundo. Demasiado para mi alma. Y una falange alcanza. La tengo. Tercera del índice. Apenas la apoyo. Suficiente para imprimir una huella pálida en el dorado gatillo. Dorado, ¿había necesidad? Identidad, misma pregunta. ¡Cuánta pretensión! Y todo puede precipitarse con ¿cuántos gramos de presión? Hasta una mano de niño muerto podría. Tal es la fragilidad de la vida.
Tiro de la corredera. Su desplazamiento es suave, gomoso. Me agrada. Lo hago una vez más, pero ahora con la dilación que un último gusto exige. Me digo, ¿último deseo? Cargar el arma, me respondo. No hay sonrisa más sombría. De haber un verdugo se espantaría. Humillo. La recámara babea una bala, cae y rueda desde el abdomen hasta mi falda. La atrapo entre mis piernas. La tomo y la llevo ante mis ojos. Once veinticinco. El diámetro de la muerte. Apoyo el proyectil en mi sien y hago presión hasta que un dolor insoportable me para. Me pregunto si sentiré ese dolor en el microsegundo en que tardará el plomo en atravesarme. O si disparando en la boca, el gusto seco y ácido de la pólvora me provocará una micro arcada. Las sensaciones tienen su tiempo, ¿quién me garantiza que esto sea rápido? Las estrías del caño van a hacer rotar el proyectil. No me gusta la idea de morir con el cráneo atornillado. Ejecutarse es una palabra limpia y veloz; será ella mi último acto de confianza.
Sigo mirando la bala. La siento íntima. Debe ser esta, no otra. La recargo ceremonialmente. Con las armas hay que ser meticuloso. No podría intentarlo por segunda vez. Una falla en esta instancia me hundiría en una locura sin retorno. Me apunto en la sien izquierda, soy zurdo, la boca del cañón me provoca un escalofrío, el metal es frío, cambio, la llevo a mi boca, apuntarse de frente es incómodo, me hace doler la muñeca, la mirilla me pega en los dientes, tengo la boca chica, los dientes duelen mucho, sangra la encía, pensé que sería más fácil, bronca, mucha bronca, quisiera llanto, la impotencia bloquea como represa, me pesa la nuca, vuelvo a ponerla en mi cabeza, presiono el gatillo de apoco, apenas cede demasiado, me detengo, clic, saco el cargador, con el pulgar lo vacío, 7 balas salen escupidas hacia el piso, hacia atrás el cargador, jalo de la corredera, gatillo al aire, vuelvo a jalar, vuelvo a gatillar, aprieto los dientes, doy un grito ahogado, la arrojo tan lejos como puedo, el cuerpo me queda entumecido, comprimido en el minúsculo espacio que separa la vida de la muerte, el corazón me pega en los huesos del pecho, empiezo a temblar, tomo el teléfono, pido ayuda, el llanto explota. Todo se afloja.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Asì como lo concebìs vos,
entonces serìa que tu profundo dolor podrìa tener que ver con rechazar ese equilibrio.

Tenès miedo a dejar ir quizàs claro,
tus cruces diablo por asociar algo tal a tu destrucciòn esencial.
No sè.
Digo xq me divierte decir.


Ah sì!
Sigmund. Bueno, la psico es harto dolorosa en ´ideal´.

Hay que tolerar que no somos tan tanto, alguna vez (me) escribì.

Mientras hacemos superplanes, ideales, de repente hemos pospuesto: a medias andado, involucrarnos, ser parte..

Te digo, de mi lo que me acuerdo.



jaja
paradòjico que los animales se vayan reconociendo frente al espejo y asì que menos en comparaciòn nosotros lo` human beiiiing.


y bueno, si ¨la miseria està en la piel¨ como cantaban los tipitos en una canciòn,
claro que vaya a ver quienes no se quieran ver.

¨asì de ilògico¨. ♪


UN DESO
y... a mi dejàme con D.

Anónimo dijo...

(anoche te saludè, justo cuando te fuiste offline)

Anónimo dijo...

Ese segundo exacto. Ese en el que toda tu vida se deshace de sentido y nada importa. Y ese otro segundo, en el que el más grande grito de alarma sale de la garganta para decirnos NO!
Y todo se alza frente a vos, perfecto, maravilloso y sabés que algo, solo algo chiquitito vale la pena.

Beso y abrazo!
Lo.

Anónimo dijo...

Perdón, pero no me gustan los colores de tu blog. Contrastan demasiado.
Tenía que decirlo. Hoy domingo 03 de diciembre debo decir todo.

microcosmos dijo...

es un chispazo. y todo depende de si has ingerido gasolina o no.