9 de abril de 2007

Néctar.

He llegado a un nivel de refinamiento en cuanto a mi capacidad de hacer el mal que el destinatario se siente profundamente dolorido sin saber con exactitud por qué. No alcanza a precisar qué cosa lo ha puesto mal. El enmarañado de sutilezas que empleo dejan apenas un vaho de sospecha que hace no se pueda responsabilizarme cabalmente; no dejo suficiente lugar para que se forme la certeza liberadora que implica tener un culpable. Y eso es algo absolutamente perverso, y sublime; cuando alguien no alcanza a identificar al mal no puede entonces eliminarlo, o redimirlo con la autocompasión. Un odio secreto crece sin objeto haciendo metástasis por doquier. En cada encuentro conmigo ese ser percibirá que, no mis palabras, sino el aire que ellas mueven, reavivan el ardor de todas sus penas. Una certeza infanta traspasará su razonamiento de adulto, se quedará con la sensación de que en la oscuridad un par de ojos hambrientos lo observan, de que bajo la cama espera algo. Y es así, es la fragilidad de la existencia, la angustia de saber no que algo lo vaya perjudicar, sino que puede.

Doy mi agradecimiento a las víctimas perseverantes, que con su fortaleza me dignifican y con su dolor me alivian. (Lágrimas, regalo lágrimas).

10 comentarios:

Alex dijo...

mierda! lo describiste perfecto. conozco gente de esa clase, ya no me agarran.

Noelle dijo...

también me gustó, es tan vívido..

Anónimo dijo...

...Como el asesino que relata sus crímenes de manera tan real que nadie imagina que realmente él mató.

Aunque a veces aparecen personas que notan el brillo en sus ojos mientras habla y saben que realmente es peligroso.

pero claro....acá las miradas no existen. Y el asesino satisfecho de eso, cierto?

Anónimo dijo...

el anónimo no fue intencional, soy yo.

Diego dijo...

Anónimo: generalmente no ando respondiendo comentarios por una sencilla razón: explicar u opinar sobre mis textos es siempre matarlos un poco. Pero en este caso voy a hacer una excepción. Antes que nada debo admitir que me molesta un poco su anonimato, ya no conmigo, que se quién es, pero sí para con sus compañeros de comentarios, que tienen la amabilidad de identificarse y de dar a sus palabras una identidad, que es acaso lo más importante de las palabras. En cuanto a su interpretación déjeme decirle que es válida, pero incorrecta. Acá no hay asesinato ni literal, ni metafórico. Pues el placer del “victimario” radica no en matar=perjudicar, sino en demostrar que puede. Su beneficio lo obtiene manteniendo viva a su presa. Matar es un acto de placer finito, en cambio el dolor constante se traduce en placer constante. Por otro lado, si tenemos en cuenta que la vida es esencialmente lucha, debemos en buena medida agradecer aquello que nos presenta resistencia y nos inflinge dolor, o por lo menos respetarlo. Vale más un enemigo digno que un amigo de juerga. La cosa es simple, cuando usted quiera evadirse de sus dolores, de aquello que la hace lo que es y que la edifica a fuerza de mazazos entonces huya. Siempre habrá alguien con sus mismas aflicciones extendiéndole los brazos y ofreciéndole palabras edulcoradas, la gente es buena, mediocre y amable. Sus miedos y su baja tolerancia al dolor es la más común de las deficiencias adolescentes. No le digo que se haga adulta, porque eso no garantiza nada, pero al menos que lea los textos de manera despersonalizada, despojándolos de usted en la medida que pueda. Ya se lo dije una vez, yo no escribo sobre nadie. Todavía no me atrevo a escribir sobre alguien, a reducir la grandeza o la miseria de tal o cual a la torpeza de unas pocas palabras.

microcosmos dijo...

qué hdputa.
que inteligente hdputa.
que arrogante hdputa.
que tipo honesto este hdputa.
que victimario más hdputa.
que víctima imbécil.

oh! qué vida complicada ésta, loco.

"Y es así, es la fragilidad de la existencia, la angustia de saber no que algo lo vaya perjudicar, sino que puede".
o huyes, o existes.


pd. disculpará el vocabulario. esta no es mi casa, pero me relajé :)

Anónimo dijo...

Lo malo es que tarde o temprano identificamos desde donde viene la puñalada invisible. Nuestro instinto siempre sabe encontrar culpables, o los inventa y casi siempre acierta.

Un abrazo y gracias por pasar!

Mr. Verloc dijo...

Me encantó su maldad subliminal y su mesmerismo dialéctico. Me ha gustado mucho el blog. Me estoy cuidando de poner bien mi nombre y no escribir pavadas, no vaya a ser que me pase lo mismo que al anonimo.

Diego dijo...

Gracias señor Verloc. Y sea usted bienvenido a esta humilde morada.

orquidea dijo...

mmmm....dulce veneno...