Sólo por ahora.

Cristásico, me parece que lo voy a llamar Cristásico. Es como me manifiesto libre, con designaciones autóctonas de mí. Traducciones. Traducciones de lo que un algo dice sin decirlo así, como se lo digo yo. Es para evitar confusiones. La gente siempre piensa que uno está hablando sobre lo que ellos ya saben. Y para que no den sus opiniones a nombre mío, yo les salgo con un cristásico. Me pesa el perro, ¿puedo apoyarlo en el piso? Sí, lo voy a llamar Cristásico. Todo su ser es cristásico. No me lo voy a negar, ¿quién soy yo para negarme? ¿quién debería ser? No le debo causas a mis consecuencias. Se llama Cristásico, y punto. Por lo menos hasta que cambie de nombre. Porque todo cambia de nombre, y uno va detrás, creo, traduciendo como puede. Margarita. Una vez conocí una margarita que, le juro, no era planta sino vecina. Un día le aseguré a Margarita que era mucho más Flampy. Se conmovió y salimos un tiempo. Nos salimos un tiempo. Pero la cosa terminó, o se suspendió. No pude cambiarle el nombre. Quedé flampyado. Quedamos. Y solo nosotros sabemos lo terrible de quedar flampyados. Porque todas las relaciones pueden truncarse, pero por flampyamiento, solo esta. Solo esta. Por eso los consuelos no consuelan. Son opiniones a nombre de uno, pero de otros. Ayer mi prima me dijo que se había divorciado por calécica. Yo no le entendí una mierda. Ahora le llevo este perro que me encontré. Nos encontramos, mejor dicho. Se lo voy a regalar. Es posible que no haya nada mejor para una Calécica que un Cristásico. Quién sabe.