22 de octubre de 2007

Los posesos; exorcismo y seducción.

La posesión. Terror y conquista. La delicadeza y la brutalidad de dos esferas tan antagónicas como dependientes: idénticas.

Empiezo por decir que la posesión es el intento de perseverar de un ente a expensas de otro: repetición.

La repetición necesita sí o sí de un ambiente receptivo. Todos los “virus” necesitan un mínimo de complacencia para proliferar; todos los organizamos son receptivos por naturaleza: la mutación garantiza la supervivencia. Pero, ¿hasta dónde se produce la mutación por el factor contagio, y hasta dónde, paso a paso, dejamos de ser quienes éramos para pasar a ser por entero aquello que en un principio (pre-virósico) no éramos? Para decirlo en términos artísticos: ¿cuándo el personaje se come a la persona?

Las segundas partes son necesariamente malas cuando es la primera que intenta repetirse. No confundir con la continuación, con la extensión natural de cualquier forma de existencia, una segunda parte es, por definición, maldita. Repetición y posesión son la misma cosa. La vanidad es repetición, allí el rechazo y repulsa que genera. La repetición es una perseverancia pérfida. Es el intento de apretar el tiempo hasta su exterminio. Aquí y ahora por siempre yo, y yo.

Se dice que dios creó al hombre a imagen y semejanza: repetición. Es igual decir que el hombre creó a dios a su imagen y semejanza. Cualquier afirmación de dios implica su negación.

Hay una forma de oponerse y salvaguardarse de los intentos de posesión tanto endógenos como exógenos (sí, uno puede ser poseso de sí mismo), hay una manera de exorcizar: la seducción.

El seductor tiene con su interlocutor una relación in-tensa, en-tensión, condición de lo interesante (que está en el medio), de lo promisorio, ¿se deja ver aquí el porqué del poder erótico de la inteligencia? La inteligencia erotiza por su capacidad conectiva, su potencia anti-repetitiva, su imprevisibilidad, su juego, él juego: el poder infinito de la imaginación. "Los cambios de mentalidad y las evoluciones genéticas son fenómenos que se influencian entre sí" afirma el oncólogo Umberto Veronesi, y arriesga: “El mundo del futuro será bisexual”. Yo agregaría, también, andrógino.



El poseso desencanta, deserotiza, se vuelve previsible. Por eso la forma erótica siempre muta. Por ejemplo, hoy por hoy el streaptease ha perdido fuerza seductora, sin embargo desea sobrevivir, y para eso busca poseer. El streaptease atrasa, ha poseído tantos ambientes que ya no puede más que enfriarse. La puta se ha domesticado, la mujer convencional se ha convertido en “perra”, falsa puta, se ha dejado poseer por una estética sexual de un ámbito completamente distinto al de ella (incluso el hombre se ha dejado poseer por un desnudismo plástico). Ya es demasiado mecánico, demasiado previsible. La mujer complaciente, la posesa, deja de seducir cuando afirma que “debe” ser una puta en la cama. Cuando escucho esa y otras frases me doy cuenta que estoy ante una posesa. Me aburro. Nada más desencantador. Una mujer no tiene que ser una puta en la cama ni un intelectual haber leído a Borges. Es peligroso cuando una opción deviene deber: como los Estados que todavía están regidos por la posesión religiosa. El “debe ser” tiene un doble filo, de la expresión de deseo a la perpetuación del acto hay un línea demasiado delgada.

Hace poco escuché a un escritor describir su impresión sobre una muestra llamada Bodies. Hablaba como si estuviese escribiendo. Una pena. La ficción del espíritu literario, el ente mistificador hablaba por él y terminó embarrando el terreno de lo que debería haber sido una expresión pedestre, genuina. Yo quería escucharlo a él, y el tipo me contaba una historia. Además, en su impostado relato, mencionó dos veces la palabra “acaso”. Sí, automáticamente pensé en Borges. Segundos después él lo nombró ¿o debo decir él se nombró? ¿Quién? ¿Quién hablaba?

Si evitamos ciertas palabras, ciertas expresiones ¿evitamos la posesión y mantenemos la posibilidad de lo genuino, o ese uso, inversamente, nos permite poseer a otros? Ambas, creo. ¿Implica, entonces, alguna superioridad o ventaja un estado por sobre el otro? Es imposible descentrar la opinión del ego y generar una respuesta limpia. Es que yo también quiero poseer. Me mantengo, por ahora, en las relatividades de la seducción.

“Es absurdo dividir a la gente en buena y mala. La gente es tan sólo encantadora o aburrida”. Oscar Wilde.

Algo cierto: las expresiones traen sentimientos asociados, una ordenanza, un arreglo de lo que se debe sentir ante tal o cual. Son inductivas. Las cartas de los enamorados son todas idénticas, los textos de los depresivos, también. Ambos extremos huelen igual. ¿Por qué? Porque se enseña y aprende a sentir así. El enamorado es estúpido porque se homologa, y el desencanto posiblemente venga de la misma mano.

Puede parecer fútil reflexionar sobre el poder que tiene el lenguaje para transmitir el espíritu de un sentimiento, y la afección a nivel orgánico que pueda ocasionar ese “hablar”. Sepámoslo: los caminos por los cuales uno puede ser poseído son todos los caminos. De la actitud seductora uno no puede relajarse, todos los lenguajes (en el sentido más amplio de la palabra) deben estar listos para bailar.

Cada vez se sabe más al respecto, de cómo la huella de la persistencia mental llega a trazar un camino físico, genético: “Nos topamos con que los cambios en la expresión genética dentro de las células relacionadas con el sistema inmune se vinculan de manera específica con la experiencia subjetiva que las personas tienen de su soledad. Y estas diferencias son independientes de otros factores de riesgo como el estado de salud, la edad, el peso y el uso de medicamentos. Es más: los cambios son incluso independientes del tamaño objetivo de la red social de esa persona”. “Demostramos que el impacto biológico de la soledad se mete dentro de los procesos internos más básicos del organismo, en la actividad misma de nuestros genes”. Afirmaciones como estas se desprenden de un reciente estudio científico. Habrá que cuidarse, entonces, de los entes sociales que luchan por perseverar, como en este último caso: la soledad.

Rico cerebro. El sabor de poseer lo sensual. En otro estudio un científico afirma: “El cerebro funciona en red. Y sus estructuras transmiten una predisposición y no un mandato o sentencia. Una falla anatómica en una determinada área cerebral no implica necesariamente que se traduzca en una conducta, si existen otras zonas del cerebro que relevan la función o la tarea que está realizando esa área. El cerebro se puede rescatar a si mismo para impedir que una predisposición se concrete en un acto”. Sensual, la estructura cerebral es sensual.


El poseso puede no ser tan repulsivo, puede enmascararse bajo formas amenas. Llega incluso a falsear el concepto de compartir. El repetitivo pretende agradar, se replica para pertenecer, para identificarse. Sin embargo, esa unión, ese apego por la equidad, resulta contrario a lo buscado. Dar lo mismo, lo que ya hay, no es dar. No hay genuino intercambio. El intercambio es el fondo de todo compartir. La repetición homogeniza, es fundamentalista. Compartir es dar al otro, lo que simplemente por ser otro, no puede tener. Compartir es compartir-se. Nada más bello y respetuoso que la discordancia gentil, que la oposición complementaria.

La repetición reduce y simplifica. Pongamos el ojo en cómo se llega a sustituir al sexo por el orgasmo, veamos como se repite la palabra (con la amputación sensorial que le corresponde) para, por ejemplo, describir lo que se siente al hacer un gol. Nos dirán: “Hacer un gol es como tener un orgasmo”. Mentira, pelotudo.

Pero esto no se trata de lo sexual. Va más allá. Me enteré que Lacan sostenía que el deseo era siempre sexual, aunque luego desplazó esa noción al de la lucha por el reconocimiento. Bien por él. Aunque tengo mis reservas. Últimamente vengo cavilando sobre la alimentación, y me resulta más apropiado este enfoque para sostener y para brindar una base mucho más sólida a los impulsos y a la configuración humana. Indagando sobre el tema me encontré -para variar- con Nietzsche y sus interrogaciones, dice: ¿se conocen acaso los efectos morales de los medios de nutrición? ¿existe una filosofía de la alimentación?, y resume: la vida del cuerpo es fundamental para el espíritu, es tarea de la filosofía reflexionar sobre la nutrición. Nietzsche era un gran seductor y entendía muy bien el juego. En su decálogo del escritor el gran sensualista nos dice: “No es sensato ni hábil privar al lector de sus refutaciones más fáciles; es muy sensato y muy hábil, por el contrario, dejarle el cuidado de formular él mismo la última palabra de nuestra sabiduría”.

Queda claro que la inmediatez no es uno de los atributos de la seducción. La estética de la seducción es requisito de lo interesante. Por eso el medio y no el fin, por eso el hedonismo. El seductor no da una respuesta, pero la busca, y tiene la deferencia de pedírnosla.

Pero ojo, también existe la posesión del seductor. Como el seductor poseído por la melancolía; una bellísima canción de los plateros, “El gran pretendiente”, conocida también como “El gran simulador” (interesante relación entre el pretendiente como conquistador y el pretendiente como falseador), sirve para ilustrar la mixtura del seductor y el poseso. Pongo algunos fragmentos (inconexos) de la canción que reflejan la ambivalencia y la lucha entre el seductor y la melancolía que lo posee: Por supuesto soy el gran pretendiente / Pretendiendo que estoy bien / Mi necesidad es tal / Que finjo demasiado / Estoy solo pero nadie puede contarlo / Juego el juego / Parezco ser lo que no ves. (oh, tu ves) / Llevo mi corazón como un payaso / Pretendiendo que tu estás todavía a mi alrededor / Solamente riendo y alegre como un payaso / Parezco ser lo que no ves.

También este comercial de Volkswagen muestra otro aspecto, el del patetismo que puede suscitar esa relación. Por otro lado también vemos a un seductor mucho más plantado, como lo fue Freddie Mercury, que tomando esta misma canción pero ungiéndola con la delicadeza y el grotesco que caracterizan a cierto humor homosexual produce el efecto invertido: la mixtura acá es la de un seductor jugando con la melancolía sin llegar a la posesión. Es la erótica de las emociones bajo las formas del humor y la parodia.



Lo único que sé es que quien seduce provoca, ¿qué provoca? El deseo de querer más, de moverse, de satisfacer la más básica de las necesidades, ¿cuál? eso me lo dirá usted.

6 comentarios:

Alex dijo...

leí hasta acá: ¿cuándo el personaje se come a la persona?
y te respondo: cuando la desilusión irrumpe tan abruptamente que la única defensa posible es el enmascaramiento total.

Alicia dijo...

Las células mismas fagocitan a otras en acto reparador o preventivo de la salud del cuerpo. Poseer puede ser victoria y puede ser enfermedad. No siempre éstas céulas ganan. EL psicópata busca poseer, manipular, y no hay característica más distintiva de éste que su capacidad de seducción. Es un gran, el mejor seductor. Poseer y ser un poseso, ambos polos pueden ser enfermos o pueden buscar la salud.
Así también tenemos la leucemia: reproducción, repetición de una clase de células en detrimento de otra clase. Las más repetidas dominan a la minoría. Y ganan, pero ganan la enfermedad. La minoría pierde y pierde porque también enferma.
Freud decía que lo que no se elabora se repite. Elaborar, en la terminología psicoanalítica es comprender, aceptar y poder hacer frente, superar, determinada cuestión. Capatarla en su significado. Cicerón, que todo pueblo que no conoce su historia repite sus tragedias.
Repetir, más se asemeja a lo enfermo, a lo improductivo, a lo vulgar. Nos hacer poseer y ser posesos. Ambos estados pueden ser malos.
Pero también la originalidad individualista de ciertas cosas puede llegar a estos estados. Así el cuerpo desconoce ciertas conductas de sus propios antígemos y los ataca. Así revoluciones tan dañinas ha habido.

Seducir puede ser una conducta anferma. La provocación que nos despierta un seductor puede ser una catástrofe (dejarnos llevar por un psicópata).
Seducir puede ser un acto totalmente sublime de la inteligencia. Y tal provocación puede llevarnos a actos también sublimes. Leí este escrito, me inspiró, y ahora me despido porque quiero irme a la cama a leer, otra vez, mi hermoso libro de neurociencia.

Alicia dijo...

SABER

(la más básica de las necesidades).

Anónimo dijo...

Un placer leerte...
y la remataste con Mercury!

Anónimo dijo...

Buenas

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Un Fuerte abrazo y sigo leyéndote.

jmp dijo...

Vivimos en una sociedad donde los "mejores líderes" son psicopatas o autistas que se justifican a sí mismos.
El resto solo somos esclavos....