Juego con una frase y te digo: lo invisible es esencial a los ojos. Marco un punto: el poder de la materia. Marco otro: la materialidad de lo invisible. Agrego un tercero: el poder preformativo del espacio, tanto físico como discursivo.
La percepción se desarrolla en la medida en que nos contextualizamos. Los sentidos se arman con elementos ajenos a ellos. Son confluencias. Hay tantos paisajes como sensibilidades para captarlos. Aquello que no vemos es lo que anhela el ojo. Su esfuerzo para dejar de mirar es constante. Su tendencia es hallarse tanto como pueda en los otros sentidos. Y así cada uno. Sinestesia controlada que encuentra comunión; se construye un nuevo orden del espacio dentro del espacio: la moda, la gastronomía, la arquitectura, la internet. Son espacios propios, intereses internos, creados por fuera de nosotros para dar lugar a la constante y mutante dinámica de la existencia. Pero también son contención, límite y frontera. Es preciso reflexionar siempre sobre el carácter esencial de esto: que lo invisible a los ojos es precisamente lo que estamos viendo.
Lo que entendemos como salud y enfermedad va cambiando según los desplazamientos de la cultura, y de manera relacional (cual retroalimentación), de los desplazamientos de nuestro cuerpo por la cultura. En estos movimientos hay contactos que se vuelven ofensivos, como los platos grasos y el sedentarismo, o el compañero de transporte público que se nos sienta con las piernas abiertas ocupando una plaza y media.
Dolores de espalda, estómagos resentidos, tropezones, empujones, obesidad, anorexia. Y en contrapartida, dietas, diván, antiácidos, analgésicos: está claro, la industria fármaco-idealista necesita tanto de la enfermedad como la religión del sufrimiento.
Cada frenada brusca con el auto, cada resaca, nos evidencia como inadaptados. Sin embargo estoy lejos de los fundamentalismos de la higiene, la sanidad, y el orden. Tampoco creo en el equilibrio como Ideal, no lo acepto como utopía que mortifica el presente, sino más bien como el único de los mundos posibles. Ya sé que es un planteo paradójico, finalmente al binomio vida-muerte no se lo supera. Pero se le puede impedir existir: con el doble alimento de una cena en compañía, con una siesta al sol, con los juegos de una mascota, con la mirada puesta en lo invisible.
22 de abril de 2008
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9 comentarios:
Con claridades como ésta, confirmamos cada día más que el materialismo se ha superado a sí mismo; cae por sí solo, cada vez mmás.
maravilloso posto, Die. Sé que odiás que te digan sólo eso, pero qué agregar cuando te encontrás en cada letra?
Mikaelina linkeó este posto tuyo.
Besote
S� lo linkee, pero no e anim� a comentar, usted me abruma!
Agustina: Hola. Bueno.
Alex: Hola, bueno.
Mika: Hola, bueno. (pero comente lo que quiera eh?)
cuando estás así de verborrágico en los comments, como que me enamoro
:lol: :lol: :lol: :lol:
Muy bueno.
El espacio es una performance constante.
Hola Rafaél,que enorme alegría tenerte por acá.
Gracias por pasar, abrazo.
¿Hola. Bueno?
Y eso qué significa?
¨Hola, bueno.¨ es mi forma de ser educado y discretamente apático. De saludar, y de expresar que los comentarios que se me hicieron fueron considerados con amable predisposición, pero que aun así, no me movieron a consideración mayor. Eso.
Beso.
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