13 de mayo de 2008

Topografía de una intensidad.

Todo lo que sea; cualquier cosa, en su acto repentino de existir ante mí: hace crujir mi voluntad, que siempre es de libertad, de dominio; anonadamiento por el absolutismo de lo inesperado. ¿Se manifiesta allí la verdad de todas las cosas? No. Se muestra la cosa antes de la verdad. Así es: la existencia no da lugar a confusión. Es certera. Ineludible. Y ojo acá: así como es, como fue, podría ser. Entonces:

Sobreviene el suicidarme y anular todo lo que eso está haciendo de mí. Eso es poder; elevación, hasta la montaña que puedo ser. Poder sólido. Soberanía de la muerte. Mi muerte (¿la única?). Hecha por mí (¿hecha de mí?). Directo a mí cima; punto máximo de mi materia, límite del estiramiento (hasta allí se huye). Altura máxima. El suicido es una altura máxima. Un vértigo. Soy esa cima en punta: una congestión del todo indiferenciado. Fin del espacio: la potencia suicida se trastoca. Se reconoce como una manifestación de la debilidad. Se abisma ante sí misma. Y bajo con el siguiente mareo: si no pudiese matarme, me mataría.

Dame un momento. Mirá. Corte en el texto. Hacia su profundo. Imagen microscópica. Sangre. ¿Hasta dónde es líquida? ¿Hasta dónde es sangre? En el detalle está la diferencia. En la diferencia, lo otro. Lo otro, en la sangre. Me fluye lo inesperado: esa cualquier cosa.


Sigo. El coraje y el miedo se reconocen idénticos. La carcajada es inevitable, destila locura. Nunca toda. Cosa de locos quedarse sin locura, sin risa. A veces es tan profunda que resulta inaudible, de una locura subterránea, de lava.

Alturas y profundidades. La media es el valle: un lugar de erráncias y confluencias. De confusión. El escenario de lo cotidiano. La risa acá es un eco. ¿Un eco? Ya no sé si es mi risa o la de otro. ¿Qué otro?. Te apuesto cualquier cosa que la explicación acústica de la reverberancia no aclara nada. Mirá: esa risa ya no es la mía. Tengo la boca cerrada y la escucho.

Basta. Así y todo no me ha pasado nada. Y eso que es, esa cualquier cosa, en su acto repentino de existir ante mí, ya no es otra cosa.

Olvido o aceptación, da igual. Sigo avanzando por las felicidades y tristezas de rutina. Distracciones. Me distracciono. Hasta que vuelvo a tropezar con cualquier cosa.

Intensidad topográfica: se tropieza dos veces con diferentes piedras.

8 comentarios:

Alex dijo...

a medida que voy leyendo:
1- el suicidio es poner en acto el abandono, la expresión máxima de toda soledad.
2- sangro y en la sangre fluyo, no hay un otro en esa sangre, lo único de mí que si se contamina con un otro no lo reconozco y lo ataco. Tal vez lo más visceral que me constituya, lo más en mí y de mí y sin embargo, en su génesis, vino de dos que se encontraron (felizmente) o no (y quedás ahí marcado por la ausencia del deseo), y en esa fatalidad se dio entidad a un tercero separado: yo.
3- se tropieza infinidad de veces con piedras

ahora sí, puedo decirte lo que venía a decirte: me encantó.

Alguna dijo...

Yo lo más seguro que puedo decir es que todos los creativos están chapa, mal.
¿Le divierte jugar con el poder que no tenemos sobre nada?

Anónimo dijo...

Intengrafia de una Toposidad.

Absolutismo, el deporte del luto por absorción. Decís que el suicidio es una altura máxima. Lo que me remite a la "gravedad" y la gravedad de esta premisa. Algo se agrava con la edad en ello?. Por efecto de ésta primera es que algo cae, y se suicida. En definitiva, no le ha dado opción más que bajar. Debilidad en velocidad y tiempo. Dónde quedan el poder y la elevación entonces?. El vértigo sólo es posible en vida, le pertenece (en bajada, u en "subida"). Ahora, yo no sé si me mata la muerte... o la vida?.

Con locura masticaría la sangre. Su textura en esa imágen despierta en mí el recuerdo de las galletitas que me compraba mi abuela cuando me notaba feliz o triste. Eran las llamadas "Sonrisas". Y el detalle?, reirme con la boca abierta, y la galletita destruida en erupción!. Acción distraida, traída a este acto del presente donde su eco desde el recuerdo le da existencia otra vez.Siendo ya algo diferente, pero en su base, lo mismo. Eso sí, las Sonrisas no son como las de antes!. Estas sí que son de piedra!.

Natie

Diego dijo...

Para ser sincero (expresión que me resulta algo perturbarnte), siento a los comentarios completamente disociados de mi post. Como si respondieran a ustedes más que a mí. Cosa que, de alguna manera, viene a hacer sentido con lo que posteé. Porque puedo comprender que no se me entienda, pero que se me diga loco o que se me contradiga de cualquier manera, eso es siemrpre una sorpresa, "una existencia inesperada".

Besos varios.

Alicia dijo...

Oiga, ese loco iba en su buen sentido, por su originalidad de pensamiento...
Me extraña...

Diego dijo...

Sí sí, no lo tomé como algo ofensivo.

Mikaelina dijo...

Diego, es que un texto así (precioso, por añadidura) es muy difícil de comentar. Muestra su confusión y punto de rabia o decepción ante el sinsentido, pero no hay consuelo, es eso sin más, lo ha descrito perfectamente. Y mientas tanto, seguimos como alternativa a nada, los que nos vemos perturbados somos nosotros, los lectores.
Al final será que las piedras son las que le dan la gracia al camino.

Roma dijo...

cierto.
A mi me ha pasado.
Y con 3 tambien.

slds