En la mirada constatamos que se nos percibe. (Y algo más). Y como seres de conciencia refleja actuamos en consecuencia.
En consecuencia.
No hablo de la mirada como metáfora de la observación general. Hablo del contacto visual.
Del contacto.
Seamos claros: en la mirada no se transparenta nada. Los ojos no son una ventana al alma. El ojo es más bien algo inquietante, con intención manifiesta pero de auscultación imposible.
“¿Qué ves cuando me ves?” dice una canción de Divididos. Y agrega: “cuando la mentira es la verdad”. El engaño y el ojo, la realidad inasible. Ilusiones ópticas. Oculares.
Ocultar.
(Del lat. occult_re).
1. tr. Esconder, tapar, disfrazar, encubrir a la vista. U. t. c. prnl.
2. tr. Reservar el Santísimo Sacramento.
3. tr. Callar advertidamente lo que se pudiera o debiera decir, o disfrazar la verdad.
“Deseo curioso entre los blancos, quienes apartan los ojos de los bueyes, corderos y puercos cuya carne comen con placer. El ojo, golosina caníbal, según la exquisita expresión de Stevenson, es objeto de tanta inquietud entre nosotros que nunca lo morderemos.” (1)
Las miradas nos condicionan. Y tenemos respuestas para la mayoría. Respuestas aprobadas por otras miradas. El consenso nos regula. En soledad nos podemos sondear el ano. Pero es una transgresión modesta. Todavía pensamos en miradas. ¿La paranoia?, un extremo. ¿La intimidad?, violada desde que dejamos de ser intrauterinos.
Ojo, la expresión ojo ya nos dice ojo: cuidado.
Ojo: tendrás a bien saber que, ante el ataque de un guepardo, solo bastará con que lo mires a los ojos para que este desista. Gracias Animal Planet.
“No parece haber mejor palabra para calificar al ojo que la seducción; nada es más atractivo en el cuerpo de los animales y de los hombres. La extrema seducción colinda, probablemente, con el horror.” (1)
¿Fue Edipo el que se arrancó los ojos? Le voy a preguntar a tu mamá. Ya sé que es una pesadilla la vieja. Abrí los ojos: siempre vas a eyacular en un vientre maternal.
Qué objeto los anteojos. Detesto conversar con fantasmas de lentes oscuros; que se los saquen, que se hagan carne; ¿o viste algún ciego que no sea un fantasma?
“En un círculo cuadrado”, producción esotérica de Stevie wonder, y una proposición contradictoria, verdaderamente falsa, como los fantasmas, como él.
Me baño, me entra agua en el oído y shampoo en el ojo. Corrección, me entrá shampoo en el ojo. Irritación; dios todo lo ve. No se lava los pelos, no sea cosa que vos te metas los dedos en el culo.
Mirame.
“No creas nunca tuyas del todo las palabras que no podrías decirme desnuda”. Tomás Segovia, poeta. Pajero. Quedate tranquilo Edipo, que solo sos poesía. Dije Edipo, no vos, vos tapate que se te ven los sentimientos. Los sentimientos son desvergonzados: mi mamá me mima; los pelos en la palma de la mano; mujeres de pubis rasurado; la yunta de bueyes ahora es calva; reminiscencias infantiles; despertares; inocencia; virgo; y ni te menciono la pedofilia. Demasiado retorcido.
Madurá, puta. ¿No ves que no lo sos? Y limpiate esa sangre.
Xantipa, así se llamaba la mujer de Sócrates. El tipo espiaba a los niños en el gimnasio. Curioso el gato, de la familia del guepardo.
“El ojo ocupa un lugar extremadamente importante en el horror, pues entre otras cosas es el ojo de la conciencia. En el célebre poema de Víctor Hugo aparece el ojo obsesivo y lúgubre, vivo y espantosamente soñado por Grandville durante una pesadilla que precedió a su muerte: el criminal ‘sueña que acaba de golpear a un hombre en un oscuro bosque... Ha derramado sangre humana y, utilizando una expresión que evoca en el espíritu una imagen feroz, ha hecho sudar a un roble. No es un hombre, en efecto, sino un tronco de árbol... ensangrentado… que se agita y se debate... bajo el arma mortífera. Las manos de la víctima se levantan suplicantes, pero en vano. La sangre sigue corriendo.’
Entonces aparece el ojo enorme que se abre en un negro cielo, persiguiendo al criminal a través del espacio, hasta el fondo de los mares, donde lo devora después de transformarse en pez. Innúmeros ojos se multiplican entre las olas.” (1)
Los peces no tienen párpados, mirá vos. Y vos sintiéndote un pescado, un tanto idiota, por no poder dejar de ver, un tanto oceánico, por ser esa inmensidad que ni bien cierra los ojos comienza a soñar.
Vidas inconexas. Simultaneidad del tiempo. Vigilia cabal. ¿Quién tendrá la llave demencial de la muerte? Nadie. La cerradura fue hecha para espiar. (Y algo menos).
(1) Historia del ojo, George Bataille.
9 de junio de 2008
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7 comentarios:
desde este lado de acá te leo:
"El ojo que ves no es
ojo porque tú lo veas;
es ojo porque te ve."
(Machado es taaan demodee,
pero valga la paradoja)
saludos!
Muy bueno Sauria!, gracias.
Beso.
y sin embargo no siempre nos ven cuando nos miran; y a veces, menos mal!
"ojo" debería ser ojoo u hojo, es como que le falta una letra, no?
se me ocurrió el otro día, mientras regaba el paltero y pensaba en chubut
abrazo navideño y pascueño
feliz 2012
Esta bien la paradoja de Machado, pero me gusto lo del ojo es algo inquietante.
Quede sorprendida, con tanta data!
MUY BUENO!
Saludos Cordiales
Pau-
simplemente este post es GENIAL!
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