19 de abril de 2010

La declaración de amor: de lo inconfundible a lo confundible.

La declaración de amor no es afirmativa sino interrogativa. Su destinatario, como destino del emisor (destino con mayúscula, así: Destino), será el que disponga del enunciado interrogativo “te amo” y lo vuelva afirmativo en el mismo acto de recepción; antes no es nada, o, poniéndome metafísico, arriesgo es: un simiente como el “hágase la luz”.




La respuesta que solemos escuchar y que jamás nos deja del todo satisfechos (como la imagen del espejo) es: “yo también”. La recepción, así dicha, no es tal, es solo devolución. Lo pertinente es la construcción de una afirmación, afirmación en el más amplio de los sentidos.




Así como Carlos Linneo a último momento decidió equivocarse y cambiar el Homo Diurnus (hágase el hombre) por el Homo Sapiens así, a último momento, debemos corregirnos y descreer de la luz reflejada en los espejos (no porque sea falsa, sino conocida). Al verbo no hay que retrucarlo, hay que darle lugar.

Sepamos resistir la convención del “ojo por ojo” o del “yo también te amo”. No queramos ser más que el amor del otro, pero seamos más de lo que somos dándole el inmenso lugar que proclama. La formula es simple:

-Te amo.
-Sí.*

*Pero con ganas, eh.

3 comentarios:

Alex dijo...

habría que ver qué dice Austin del asunto, pero yo cuando digo te amo afirmo sino no digo nada

Diego dijo...

Austin Power, del asunto, dice esto:

http://www.youtube.com/watch?v=hQEm_hI9_cU

Alex dijo...

jajajajja, blublublu podría ser un performativo, a ese Austin me refería, al de hacer cosas con palabras.
pero en el tema que te/me/nos/los atañe, más palabras...o también palabras