15 de septiembre de 2006

Sobre los instantes en general.

Un instante es un punto cúlmine, un ápice, una arista, un borde, una esquina, un escalón, un filo, una letra, un estornudo, un grito, un orgasmo, una sorpresa, un susto, un relámpago, un puente, un golpe, un salto, un recuerdo, la última cucharada, un atardecer, la felicidad, el amor, el descubrimiento, la palabra fin, una bifurcación, darse cuenta, el “piedra libre” de la escondida, el nacimiento, la muerte, el gol, el sabor, la aceptación, el rechazo, la anteúltima línea del libro, 20 años para la melancolía, el ruido de la lluvia para la poesía, un hipo en el gerundio, una decisión, una medida, un perfume, llegar, despertarse.

Un instante es capital, rotundo, pleno, conciso, preciso. Un instante no está ni antes ni después de algo; pide se lo comprenda en sí. Tiene un contexto, pero a su vez es independiente y desconectado. Es como un familiar, que nada tiene que ver con uno más allá de la nariz, o algunos gestos aprendidos a fuerza de cercanía.
El individuo todo cabe en un instante; lo es de hecho, irrepetible y con su propia cosmogonía. Y ese instante que somos, en su duración que es más o menos igual para todos, hay algo que podemos hacer: ampliarnos. Si no es a lo largo que sea a lo alto y a lo ancho. Creo que la manera es la expansión de la conciencia y el espíritu (división caprichosa) por medio de la captación de instantes. Abrir los ojos, cerrarlos, tocar, olfatear, construir y destruir. Salgamos a cazar instantes, que no seremos otra cosa.

1 comentario:

Alex dijo...

de haber leído esto antes te hubiera afanado el final para mi post!