3 de octubre de 2006

La noticia.

- ¿Viste Fabián?
- Sí, qué pasa.
- Se suicidó.
- …

No era la primera vez que un conocido decidía suspender sus padecimientos. Podría suceder mil veces más, y aún así jamás me acostumbraría a esa noticia. Debo mencionar que el suicidio ha sido contenido de varias de mis cavilaciones y que, inclusive, ha llegado a ser algo más. Con una regularidad rayana en la obsesión, la existencia de estas muertes me aborda y me sacude emocional e intelectualmente. Creo que el suicida no es alguien que no quiere vivir, sino por el contrario, alguien que queriendo vivir no puede. Y de alguna manera me siento culpable de ello; es imposible la descomunión, estamos hecho de lo mismo.
El suicida nos mata un poco a todos. Es el reflejo de cierto fracaso existencial. Sentimos que la posibilidad de auto aniquilación es una especie de irresponsabilidad cósmica, ¿cómo se atreve la vida a darnos esa elección? Por eso el suicidio es condenado por las religiones, por los inseguros, por lo débiles, por los humanos en general. Porque nos muestra huérfanos. Manifiesta la impotencia, la fragilidad de la vida, y eso aterra. El suicida nos condena y nos cuelga de nuestra preciada vanidad. Resulta cómodo y alivia el creerlo débil y cobarde. También, claro, resulta útil para la prosperidad de la especie.

Mientras en un torbellino de emociones, sentimientos e intelecciones pugnamos por la búsqueda de un sentido, las células, los osteocitos, los linfocitos y demás, hacen su vida como si nada y ni nos preguntan si nos gusta o no. Sin embargo, reitero, tenemos la posibilidad de eyección. En mi caso hay algo que me frena; puede que sea el instinto de supervivencia quien me acerca la siguiente impresión: en el momento irrevocable, donde la acción se ha iniciado y ya no hay marcha atrás, un fuerte arrepentimiento me hace presa de un sentimiento espantoso, la inutilidad de tal acción.

Pd.: yo creo que llego, pero si para las doce, doce y media no estoy por ahí, pongan los fideos.

6 comentarios:

Maru dijo...

En la vida tenés que tomar deciciones todo el tiempo.
Evidentemente a Fabián no le gustaba la vida que le tocó o no le gustaron las deciciones que tomó, y por eso se suicidó.
Muchos piensan que suicidarte es un acto de cobardía, no te bancas lo que te toco y te matas... para mí es uno de valentí, hay que tener muchos huevos para bancarse una decición como esa.

Seguro que Fabían, esté en dónde esté, esta mejor...

Gracias por pasar por mi blog, y espero verte de nuevo por ahí...

Alex dijo...

Yo no sé...a veces pienso que los suicidas son unos soberanos egoístas. Otras que no tuvieron huevos para bancarse sus propias decisiones. Otras me da compasión y pienso en que tal vez las circunstancias de su vida...
Hace años mi hermana jodía y jodía con que se iba a matar si las cosas seguían así, que la vida esto, que la vida aquello. Un día me rompió tanto las pelotas que le dije "hacete y hacenos un favor, matate de una vez". No jodió más. Eso sí, le sigue echando la culpa a la vida y a los demás de sus circunstancias pero no amenaza más con matarse.
Hay temas sobre los que no tengo posición tomada.

Flor dijo...

No son cobardes los suicidas. Son valientes. Nadie dice que no te puedas matar. Cada uno elige lo que cree que es lo mejor. Muchas veces pienso que para mi sería lo mejor, por eso no me gusta que los (nos) juzguen. No todos nos tomamos las cosas de la misma forma y no todos vivimos igual.

Victoria dijo...

jajaja
es una morbosa pd.

jajaja
ando tentada de pastas.



emmm
not to live anymore
no parece opciòn.

no sè.
creo que por lo ùnico que harìa algo tal es para demostrarme i demostrar que me animo.

como cuando me tiraba de pequeñita (màs) a la pileta vestida.
o como cuando tomaba mucho alcohol.
o como tantas cosas
movidas por la misma pulsiòn d muerte....


quizàs se viva muriendo un poco cada dìa, quizàs al final, x mucho renegar asì era.


gustòme de ti eso.
quièn quiere vivir i no puede.
còmo vivir entre tanta materia inerte pareciesen....



i lo sè
espejos reflejos
i representaciòn
de representaciones


v a i v è n,es




muap*

Anónimo dijo...

No puedo opinar sobre el suicidio. Se me nubla la vista y me apreta el corazón. Tanto que la razón no cabe en mi.

Evan dijo...

La verdad que no tuve la oportunidad de hablar sobre el suicidio con alguien dispuesto a realizarlo (y que posteriormente lo hiciera). Realmente creo que cada caso debe ser muy único. Osea, las razones que podría tener alguien marginado y carenciado para poner fin a su vida deben ser cualitativamente distintas a las que podría tener un gran místico...

Es cierto, tiene que haber algo en común, el hecho de resignar la vida es algo bastante fuerte y la muerte le pega a todos por igual. Pero creo que un influyente es la percepción que tiene el indivíduo de la naturaleza de la vida, la muerte, y lo que viene después.

Yo no me imagino matándome por varios motivos, pero creo que con el hecho de tomar consciencia del maravilloso mundo que tenemos y todo lo que hay para ver y conocer, vivir y experimentar, es más que suficiente para no acelerar el momento de partida, que va a llegar solito tarde o temprano. Si así no fuera, de todas maneras creo que el hecho de encontrarle un sentido u objetivo a la propia vida aleja mucho del deseo de terminarla prematuramente... Yo sienteo que tengo unas cuantas cosas por hacer antes de irme, y no me mataría antes de verlas realizadas.

Y, en definitiva, la vida es inevitable, asique mejor relajarse y disfrutar.