9 de septiembre de 2008

Antropología de la intimidad.

Le agrada sentarse en el inodoro y defecar a oscuras. En silencio. La experiencia de vaciado lo abisma; es un movimiento intestinal con sobrecogimiento oceánico, el mismo que se siente por mirar mucho al mar.

La olfacción de sus heces lo induce a sospechar a la muerte como un no fin; y el que alguien pueda gozar con su muerte se le pone en la cabeza. Eso le deja una tristeza indefinida que, por una velocidad de razonamiento superior a él mismo, termina en su contrario sin que pueda explicar cómo. Sucumbe a esa puesta en equivalencia; una risa brevísima se le escapa cada vez que le pasa. Y un pedo como único sonido del universo también; risa de nuevo.

Antes de relajar su risueña facción es tomado por un sentimiento de tremenda seriedad; pierde aún más el estatuto humano y se cosifica en mueca. Experimentar que también es inorgánico lo devuelve al inodoro. Es una desmesura la existencia. ¿Qué la abstracción permute en algo concreto? Claro. Ese tránsito es la Aventura. De chico esas aventuras le aflojaban el vientre. Hoy le queda la excitación por el valor. También aprendió que la formación de un Acontecimiento se anuncia en sus entrañas. Y que el control de esfínter es sobreestimación psicológica. Le cansa que el imaginario del poder guste de hacer sangrar culos. Se imposta: la terapéutica que necesita de la analidad es una mierda por definición. Y se complace en ese rudimento teórico; agrega solemnemente: el ser tiene supremacía por sobre la fisiología.

Se le ocurre que el Tiempo se desborda así mismo. Y eso no le dice nada. Está entregado al olvido de una erección. Su verga hace palanca contra la tabla del inodoro. Sentirse como algo correntoso y caliente lo pone más duro. El ronroneo febril de las propias venas es poderosamente autoerótico. Es un poder concreto. Sin embargo tiene sueño y se va a dormir; pero como la fisiología, a pesar del ser (del ser él), tiene supremacía, lo pone a soñar.

Por la mañana se despierta con muchas ganas de vivir. También con hambre. Primero se hará una paja y después el desayuno; semen y mermelada: delicatessen privada. Un exquisito toque a la felicidad más radical (que no confundirá con saciedad). Todo esto habrá sido la intimidad. La satisfactoria comprobación del ser ubicuo. Y un paso más allá: el existir a su través.

7 comentarios:

Alex dijo...

yo miro, inevitablemente, el producto de mis intestinos. resabios infantiles.
Y al semen le siento gusto a lavandina, jamás se me ocurriría mezclarlo con mermelada.

Grecia Strawberry dijo...

"semen y mermelada: delicatessen privada".
Era necesario irse tan al carajo?. Hasta con rima la mandaste!... qué te parió!

Diego dijo...

Para las do2: si entendieron que el semen se mezcla con la mermelada, entendieron mal. Que ambos elementos formen parte de un mismo sintagma, no significa que se junten literalmente.

Seriamente, pretendo interrogar la intimidad.

Y no, Strawberry, no me fui al carajo. ¿Querés un texto jodido? No creo que me salga, pero si te agrada, te recomiendo ¨El niño proletario¨ de Osvaldo Lamborguini.

http://www.literatura.org/OLamborghini/proletario.html

Beso.

Grecia Strawberry dijo...

no sé, pero gracias a lo que entendí esta mañana el desayuno fue el mejor de mi vida...
leeré la sugerencia del cheff, gracias!
te dije que te quiero todavia, no? auque no aparezcas, y te estés perdiendo a Roque, el tachero depravado...

rafael cippolini dijo...

Mi seminario (improbable) sobre la masturbación en la historia cultural tendría un punto central en "El lamento de Portnoy". Pienso también en el final de "Happiness" y en ese perro. En el video de Babasónicos "Rubí", aún más que "Luna de miel" de Virus con letra de Eduardo Costa. Con las deposiciones me costaría más. Creo que Pepe Dildo y su Trash Mental ocupan un sitio importante en la blogósfera.
Sigo haciendo mis listas.
Un abrazo, Diego.

Diego dijo...

Hola Rafael, buena lista. Me quedo con "El lamento de Portnoy", que sin duda pasa a mi lista de pendientes por leer.

Abrazo.

Alexis dijo...

Luego de la masturbación podría rascarse el orificio anal, si es posible que queden restos entre sus uñas y luego huela dos o tres veces.

O vaya a Almorzar con Mirtha.

Lindo blog che.