A notar: lo idiota que puede ser el público. Sinceramente me cuesta entender cómo la separación entre ficción y no ficción puede ser u omitida o aceptada sin más. La cosa es mucho más compleja. Los repartos de sentido siempre están desplazándose. Y el arte, como motor de ese desplazamiento, nos insta a re-percibir y reelaborar las nociones que nos configuran como humanos, nos habilita un nuevo espacio; y el espectador debe asumir su responsabilidad como habitante de tal: porque la dialéctica del espacio es siempre entre habitación y habitante.

Hay que considerar que el evento artístico tiene su fenomenología y que ésta no remite a nada: es una creación inédita. Y en ese punto tanto artista como espectador son nóveles. No hay necesidad de ser necio. Ya sabemos que el carácter controversial del fenómeno artístico es perenne.
Voy a insistir: administrar al arte en términos de ficción y realidad (u otros pares igualmente rígidos), hacer reparticiones de sentido con base dual, es desperdiciar toda la riqueza que el evento artístico puede dar a la condición humana.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario