Si nos damos a la vida sin ánimos de negación, las relaciones amorosas se dan sin más. Criados con el bien y el mal en más menos clara partición, nosotros, los amados, nos la rebuscamos para gestionar relaciones que contemplan la posibilidad del error, de la falta, del equívoco.
Digamos que podemos incluir lo desagradable, lo doloroso y lo patético, en situaciones y categorías amortizables; decir que no hay mal que por bien no venga, es una política del orden.
Sin embargo, cuando la traición entra en juego, y si no nos amedrentamos rápidamente ante el abismo de la novedad, podemos contemplar, desde la Divina distancia de la soledad, el poder destructivo del tener que amar.
21 de octubre de 2009
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4 comentarios:
Es cierto; sin negación somos el cauce a puerta de esclusa abierta.
poder destructivo del tener que amar...nada me dejó pensando...
nop, tener que amar no tengo así vengan degollando.
A veces hay amores que inevitablemente incluyen el error, el caos, el equivoco, el dolor y tantas otras cosas mas que no son de las mas afortunada pero siempre vale la pena intentarlo cuando lo que sentimos es verdadero... hace mucho no pasaba por acá! Siempre es un placer leerte!
Besos
Pau
Sebas Topol: la negación es un arma de doble filo. Habrá que ver cuando conviene y cuando no.
Alex:estoy convencido de que vos amás irremediablemente. Es tu condición. Por lo menos eso creo leyendo tu blog.
Paula: cambiaría el "a veces" por el "siempre". No lo dudo. Besos.
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