18 de abril de 2012

Orendshi.

Otra vez caminando hacia ningún lugar. Mentira. Estoy yendo al kiosco a comprar un jugo de naranja exprimido. Algo que es muy recomendable dada la falta de naranjas, cronológicamente hablando. Es decir, no tengo tiempo de ponerme a exprimir naranjas, exprimidamente hablando. Aunque si lo pienso bien, cosa que me niego, por esto de que las cosas bien pensadas siempre se vuelven contra uno… o a favor de uno: da igual: porque todo lo que apunta hacia uno es sospechoso, al menos de Suma Particularidad: figura jurídica que acabo de inventar para culpar(nos) de todo aquello que nos compete sólo a nosotros mismos dejando, al universo que nos contiene, fuera de lugar, lo que representa una afrenta a la existencia misma, que nunca podría, además, dejar de ser nosotros mismos. En fin, decía que si lo pienso bien, el tiempo que digo no tener para exprimir naranjas es el que estaría (estaría: en potencia, siempre el potencial, la estricta comodidad de la hipótesis) usando para ir a comprar el jugo ya hecho. La cuestión es, entonces, por qué razón le niego a mi tiempo la experiencia de exprimir naranjax. Sí, se me antojó usar la equis (como en su momento se me antojaron las naranjas). Es que, seamos sinceros, a la equis la usamos poco y nada, casi me diría (la hipótesis, la hipótesis) que en toda mi vida he exprimido más naranjax que equis pronunciado. Aunque recuerdo eso de despejar X en la escuela. Pero no me quiero ir por las ramas, salvo que sean las del naranjo (me disculpo de la pretensión humorística), que si bien no son tampoco el tema, al menos resultan en buena madera para dar naranjax, lo que vendría a ser una excepción excepcional: sería la única vez que el irse por las ramas acabaría dando con el mismísimo tema del que nos estaríamos alejando.






Hagamos una pausa Zen:

(la pausa infinita - ¿la broma infinita?)

respiremos profundamente desde el Hara y exhalemos con delicadeza. Entornemos los ojos levemente y demos comienzo al acto de exprimir la sabiduría contenida en las naranjax; que no son más que nosotros mismos, el universo, el Uno; Payasos de Occidente.

2 comentarios:

Nina Regina dijo...

Esto me recuerda a la historia del Principito y el vendedor de píldoras contra la sed, me tomo la libertad de parafrasearlo horriblemente:
- ¿sabés cuánto tiempo te ahorrarías si no tuvieras que tomar agua? (inserte aquí x cantidad de tiempo) -dice el vendedor
- uff, si tuviera todo ese tiempo iría caminando despacito hacia una fuente -responde el Principito

Diego dijo...

Gracias, Nina, por el parafraseo. Qué interesante detenerse en estas cosas.