Simple: mujeres
cerca, psicólogos lejos. Ahí mi felicidad, mi cordura, mi loca felicidad: en
estar cerca de la fuerza cosmogónicamente equilibradora que es la mujer y lejos
del sistema medieval, inquisidor y normalizador que es el psicoanálisis. Lejanía
(y decrepitud) para todo lo que se oponga a la fuerza fémina, fuerza entrañable
que puede crear la forma que la misma forma no tiene.
¡Atrás
psicólogos, a sus cuevas, vuelvan a sus cavilaciones! ¡Aquí hay vida incontenible,
desbordante, palpitante! ¡Atrás, troyanos, berretas de la culpa, que ya tengo
la pija henchida con el simiente de sus deseos indigestos! ¡Atrás, que mil
vientres fecundos de irracionalidad marchan contra su orden! ¡Atrás, que mi
voluntad amniótica nace y renace para acabar con el mundo! ¡Uija!
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