Esto, en tanto intento de escritura, podría imaginarse así:
una mano, agarrotada por la artrosis, se vuelve objeto de una voluntad
tortuosa. Esa voluntad, nacida de la desesperación, le exige que se abra, que
estire sus dedos, que los mueva como en prestidigitación. Le pide un gesto.
Dije que había desesperación, pero más preciso sería decir una
carencia; ¿de qué carece la mano agarrotada? ¿qué la enferma? Carece de objeto,
la enferma el vacío. Su interlocución se da a modo de soliloquio. Se dice: el
asir es un imposible. Pero la voluntad la mueve igual. Y lo que no puede, en el
preciso acto de no poder, se vuelve ese gesto implorado. Un gesto de amor.
1 comentario:
Ya lo dice la gente en la calle: "La mano viene pesada"
Publicar un comentario