19 de enero de 2015

Una vida a punto.

La comida está casi lista. Escribir hasta el momento de la cena será todo el texto. No hay mucho para decir cuando las ganas de escribir son inciertas pero sí (misterio de la vida) cuando se sabe que el tiempo es finito. Ese algo es el fantasma de nuestra propia finitud. No cabe duda que ya estamos (a esta altura del texto, sí, ya) con un pié en la tumba (la litera, la literatura) y con otro pié sobre los fuegos donde arde el pedazo de carne que pronto voy a comer.

El alimento de la vida es el alimento. Incluso el amor necesita de la carne para poder saborearse. Somos carne salada. Me están preparando carne salada. ¿Qué son estas palabras entonces? Una Oración de agradecimiento. A ningún dios, a ningún animal, sino al misterio de un pedazo de carne viva preparando un pedazo de carne muerta (y viceversa). ¿Qué es lo vivo y qué lo muerto en esta dialéctica del ser alimentado?

Todo tiene su fantasma. Incluso esta Oración lo tiene. Por su intersticio gramatical se deja ver la grasa que se desprende o el sentido que se escapa; es esta la figura humeante de una pasión abrasadora, de una existencia salivada de deseo. Sos, carne, mi amor, la huella que sigo hasta el horizonte infinito que se abre en cada comida que ponés frente a mí. Hambre: la existencia entera reducida a su máxima expresión.

Adenda: en Cómo vivir juntos, de Roland Barthes, leo en la entrada ¨Alimento¨:
-Alimento: asociado a la vida, a lo vital (biológico). Por inversión metonímica: todas las metáforas de la vida, en tanto dotadas de un sentido, de un valor, se aplican al alimento. Hay intercambio simbólico entre los cambios de vida y los cambios de alimento. Nacer de nuevo = comer otros alimentos: intususcepción (asimilación de una sustancia para crecimiento) del embrión / leche materna al bebé / destete.

-Pasajes de una alimentación a otra. Casarse: pasar de la alimentación de la madre a la de la mujer (cuyos alimentos, si se los acepta plenamente, se convertirán en los de una segunda madre: los pequeños burgueses llaman a su mujer ¨mamá¨). El pasaje puede constituir todo un trabajo: a la vez de duelo y de renacimiento.   

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