La paciencia es la tensión mentida. El olvido es la única verdad de la paciencia: su hipotética disolución.
Esperarte sin que lo sepas es hacer del amor una multitud; disolver tu rostro en fantasmas, algo así como las otras que también sos.
Y el deseo; el de sellar tu carne en la memoria de mi corporeidad, en el para siempre del hoy, caiga en el pliegue que nos caiga, en el rincón del cuerpo por donde nos pase la tensión.
Y temblar, no tanto por lo que está pasando, como por aquello que jamás va a pasar.
17 de enero de 2008
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3 comentarios:
simplemente bello, y más eso de temblar por lo que nunca pasará,
un abrazo
bello pero doloroso.
es mejor no perseguir fantasmas.
te lo dice una eterna cazadora...
para ese último temblor hay que tener coraje.
amar, sin límite, es puro coraje.
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