14 de febrero de 2008

Recreo.

Irrupción espontánea más que interrupción programada. Evento que nos desplaza del eje cotidiano para instaurarnos en un plano donde los signos están vacíos. Donde un algo se nos entrega sin nada más que su presencia.

Qué mejor que aquello en que podemos leer “Haz lo que quieras de mí”. Aquello que se da sin siquiera conciencia de entrega. Sin siquiera obligarnos a una libertad.

La primera vez que sentí ese desplazamiento estaba cenando en casa, con mis padres, y tendría unos 6 ó 7 años. Por la tele vi el Bolero de Ravel, por Jorge Donn. Punto.

Me apropié de ese evento, y sin saberlo, hice un bastión contra todo aquello que se me plantaba como autoridad, como sentido. Sobre todo contra mi mismo, y la tendencia autoritaria que tengo.

Un recreo, como tantos otros, que me derrumban y me salvan.



2 comentarios:

Alex dijo...

ay! no sé muy bien cuál es mi recreo, sé que tengo pero no alcanzo a reconocerlo.
Y vos que claridad, desde los 6/7, te parió.

MICH dijo...

joer...! a los 7 mi recreo era el Pato Lucas...
JOER!!! A LOS TREINTA LARGOS MI RECREO ES EL PATO LUCAS!!!!!!!!!!!!