6 de enero de 2009

El aburrido.

Extraño y reverberante, aturdido; como recién salido de una pesadilla, el aburrido entra en su cuerpo.

El desplazamiento de un eco, el de su propio silencio, lo hace abandonar el centro de la percepción. Se siente limítrofe con la nada, a la que ve como si mismo, lo que revueltamente lo vuelve a arrojar sobre su centro que es nuevamente un borde que no puede pisar. Mareo y conciencia lejana le dan a su rostro la forma de una idea vaga. Que es la rostridad de una forma sin idea. Que es la idea de una formidad sin rostro. Que es la vaguedad de:

el desplazamiento de un silencio / su propio eco
el abandono de (su) percepción / centro limítrofe

(un momento, por favor)

falla en la puntualidad del espejo /

(otro momento, por favor) / se intensifica el desencuentro

Naturalmente se confunde con su sombra y se hace notar como lo que ya no es: un ser tangible y sensible. Es una ausencia obscena la que ahora yerra.

Un paisaje en el que algo ha migrado está pegado a su retina. Es el compuesto mismo de ella. Sorbe lo que mira. Vacía lo que ve. Es todo él un ojo sofocado. Es la mirada abismada, desesperada y omnipresente de la atención sin objeto.

Busca entretenerse con furia ciega. Barre el espectro de su espacio con ojos hambrientos y caníbales; cualquier espíritu (player, en la jerga gamer) se inquieta con su acercamiento. Porque así como el hambre es la suma de todos los alimentos que no se están comiendo, así, la voluntad melancólica del aburrido, es la suma de todos los hombres que tienen el contento animal del estar, y no más.

¿Quién no teme, a quién no se le estremece la fibra más íntima de solo sospechar que, ya no alguien, sino ese ser sin ser que es el aburrido, nos elija para hacernos parte de su no mundo?

La ignorancia sabe guardarse a sí misma. Y en caso de toparse con un aburrido, finge. Finge alegría. Finge saber. Finge compasión. Finge sin escrúpulos. Finge, soberana, sobre el propio aburrimiento. Salvaguarda a la existencia de verse anulada en la anti destructiva relación del mutuo aburrirse. Pone fin al agitado y perpetuo sopor de no tener un fin.

Y ya casi recuperado de mi propio aburrimiento, con la última fuerza de un fingir, te digo:

El entretenido no es un evadido. No hay desvío en el entretenimiento porque no hay más allá en aquel que se contenta banalmente. Es en ese punto flotante, en ese entre-tenerse donde está la plena (serena) conciencia del aniquilamiento, donde el viviente jamás deja de ser exactamente lo que es porque se asume como tal.

1 comentario:

Alex dijo...

estoy debidamente advertida

besotes