3 de diciembre de 2010

Proliferación; de la polinización por el soñar.

Hay sueños de los que despierto. Otros, en los que quedo (por siempre, pareciera). Y ese mi que queda, mi algo que me sustituye en esa otra dimensión, crece, y se independiza de este que se soñó. Y a partir de ahí vamos como en un correlato, soñándonos y modificándonos mutuamente.




Así llego casi a desconocerme (la humanidad es tenue pero persistente); aunque vuelto multitud me permito conocer los confines que la diferencia constituye.
Por ese vaivén, las emociones, las sensibilidades, las percepciones, lo sabido, todo, debe reacomodarse en cada despertar: a veces las cosas quedan levemente alteradas en su orden. A veces sospecho que no soy enteramente el mismo. Y me miro con recelo. Y me custodio haciendo uso de la memoria, para no cometer incoherencias, tales como enamorarme de la mujer de aquel sueño. Aquella que, por cierta transparencia de las realidades, está también en esta.

Recomendación de supervivencia: es vital mantener la confusión. Hay que evitar a toda costa la fusión de los planos por medio (miedo) de la razón. Una leve paranoia es tolerada y marginada por las artes y las buenas amistades. Así mismo, deberá tranquilizarnos el profundo sentido de realidad concreta de las mujeres, quienes, por la excéntrica capacidad de embarazo, producen la única realidad que nos concierne: la que no nos pertenece.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Wow! ¡Gracias! Siempre quise escribir en mi sitio algo así. ¿Puedo tomar parte de tu post en mi blog?