Se camina. Y se detiene. Fue que miró. Y lo vio. Era un coso. Y era entrecortado. Lo pensó. Y llegó a una conclusión: tal vez no fuera tan entrecortado como suponía ya que desde siempre supo que la realidad no era una cosa que podía existir por fuera de una convención.
Se siguió caminando. Pero la duda le pisaba los talones. Pensó como una conciliación “después de todo…”. Y se echó a correr. Sin embargo las dudas tienen algo que uno difícilmente: y eso es un estado atlético de orden olímpico.
Brillante, nuestro de quien estamos anoticiándonos, eligió, al azar, una esquina. Recordemos que venía corriendo. Y se pasó de largo. Pero la duda no. Y por las dudas dobló: su esencia la traicionó.
Y así fue: se libró de toda duda. Finalmente. Pero no de toda libertad. Inicialmente. Porque así nació. Libre le han dicho. Y libre se creyó. Y esa creencia defendió. Como lo hacen los débiles. De casualidad. Porque también eran casuales los embates; inesperados.
Se camina. Solo eso. Y eso basta, sobra, viendo las circunstancias, para que cualquier cosa pase. Cualquier cosa.
15 de noviembre de 2011
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2 comentarios:
Excelente post... sin dudas.
Es mi primera vez por acá, saludos!
Gracias, Principito. Bienvenido, sin dudas también.
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