1 de noviembre de 2011

Una teratología de la realidad.

Varias hipótesis en torno a la realidad, a la forma en que la concebimos. Una de ellas es la influencia y el lugar que podría ocupar la ficción en la constitución de nuestra identidad y conciencia: nuestra psicología, nuestras emociones, la manera en que nos contamos la vida (los griegos –una de nuestras formas de ficcionar la sabiduría- sostenían que las cosas nos pasan para poder ser contadas).

Para comenzar a pensar elijo a un autor de ficción al que siento cercano: J.J. Abrams (cuando digo que lo siento cercano es porque creo que su forma de entender al mundo -los mundos- y su propuesta de vida es similar a la mía); y particularmente a dos de sus obras: Lost y Fringe.

A partir de ahora voy a crear un ente único y plural, cuando hable de “nosotros” lo estaré haciendo sobre J.J. Abrams y sobre mí: ¿un monstruo de dos cabezas? ¿una representación de lo que nosotros consideramos una realidad monstruosa?: porque creemos que la realidad es monstruosa, sino jamás podría existir, entre otras cosa, un texto tentacular como este. Entonces, ¿qué es un monstruo? ¿qué es lo monstruoso? Aquí un acercamiento hacia una teratología (de la realidad):

• La otredad es lo normal. Es Norma. Es absoluta. Pero el monstruo no es la otredad. Se establece como una diferencia en el juego de los idénticos.

• El monstruo es la manifestación de lo mutágeno. Es el posible devenir monstruo de todos nosotros.

• El monstruo es negación, una forma de negación psicológica sobre el cambio. El monstruo es lo que no es.

• El monstruo es una realidad incierta. Es una mutación efectuándose, siempre inacabada, en progreso o degeneración.

• Del monstruo no conocemos su objetivo, objeto, móvil e intenciones, razón de ser.

• Por esa falta de seguridad en la 'existencia' del monstruo no nos sentimos seguros; no tanto sobre él como sobre la realidad misma.

• El mounstro hace a la realidad monstruosa y viceversa.

• El monstruo es un "like that", un señalar un-por-afuera-de-él (buscamos su análogo posible). Es como un ente de otra dimensión usufructuando la materia de ésta.

• El monstruo es lo aberrante. No es real, “but it's actually here”.

• El monstruo es un "that" y un "here": es tensión: aquí tenemos el desplazamiento dimensional: aquello / aquí.

• Lo monstruoso antes que nada es una manifestación de la realidad. Como dijimos: lo monstruoso es la realidad misma.

• La monstruosidad se experimenta como un espejismo (en el sentido de mundos posibles superpuestos).

• Lo monstruoso es una clasificación ficcional sobre un hecho no ficcional.


Y sobre la ficción, ¿qué podemos decir?:


• La ficción es un excelente aparato crítico-digestivo. Nos permite asimilar la brutalidad y monstruosidad de la realidad.

• La ficción es conservadora (en el sentido biológico): nos permite generar variaciones constantes de nuestra realidad individual para adaptarnos a las circunstancias. La ficción nos preserva cambiándonos.

• La ficción crea modos de pensar que hace que uno se pregunte por la composición de la realidad.

• La ambición de la ficción es pregnar el inconciente.

• La ficción actúa como el inconciente y viceversa. Ambos se nos presentan como una “distancia” y eso tiene un efecto: el efecto de lo Real. Lo que es “inalcanzable” es lo Real. La distancia es fundadora de la verosimilitud. La distancia hace lo verosímil porque no nos distrae con las certezas de lo conocido, que es lo cercano, lo inmediato. Lo mediato, que es la manera en que nos relacionamos con el porvenir, es tensión. La tensión nos fuerza no tanto a creer como a rendirnos ante lo posible. Es verosímil lo posible. Es real lo posible. Es posible que no exista una realidad: monstruoso.

• Sobre la verdad: “Ella tiene una estructura de ficción porque pasa por el lenguaje y el lenguaje tiene una estructura de ficción.” Lacan.

• La aspiración de la ficción es utilizar todos los recursos narrativos posibles para simular la ubicuidad de la realidad. Por ejemplo, ¿qué es ficción y realidad en internet? Pensemos en http://www.massivedynamic.com/ ¿Existe? ¿Qué realidad tiene?

• La ficción es un búsqueda genuina de sustitución por analogías. Llegado a su máximo se indiferencia del modelo que copia.

• Ficción y realidad en psicoanálisis.

• Si “una historia basada en hechos reales” es posible, también su negativo: una realidad basada en hechos de ficción.

• “Oh, alma mía, no aspires a la vida inmortal, pero agota el campo de lo posible.” Píndaro. III Pítica.

La realidad es una sustancia porosa. Marguerite Duras decía escribir con los agujeros de su memoria. Ficcionar tiene base fisiológica.

• La porosidad de la memoria más la dinámica sináptica del cerebro (sin rutas preestablecidas) sientan bases de la ficción como necesidad.

• La ficción es una ventaja evolutiva. Parte de una Potencia de adaptación.

• Ejemplo de ficción basada en una necesidad de dar sentido a, en este caso, un proceso de combustión: la alimentación: que pasada por el proceso gourmet, o simplemente cultural, es una forma de la ficción (de mediación): transformando un evento fisiológico en virtud. La virtud consiste en revestir lo dado con: artificio, afecto, ocasión de comunidad, relato: dar lugar a una historiografía, crear poética, un inconciente colectivo: la Idea de una alimentación: la realidad del alimentarse.

• No hay realidad última.


Ahora bien, J.J Abram, ¿qué hacemos con todo esto? ¿qué ficción creamos? ¿cómo entendemos y queremos al mundo?


• En principio lo aceptamos inacabado, ¿de acuerdo?. Sí. Y tomamos esa monstruosidad como dificultad y ventaja. No somos dioses ni queremos serlo. Contribuimos a la continuidad de la realidad creando cualquier cosa, y sobre ella, solo intentamos preservar los vínculos afectivos.

• “El objetivo de amar es acabar con el amor. Lo conseguimos a través de una serie de amores desdichados o, si no hay estertores, a través de un amor feliz.” Cyril Connolly.

• Nos gusta el misterio. El misterio es una puesta en suspenso, no tanto como recurso de intriga sino como un suspender el juicio, lo definitivo.

• Lo bueno siempre te deja con ganas de más. No es el principio de saciedad lo que vale la pena sino el de apetito.

• Tanto en Fringe como en Lost mostramos la guerra como Accidente. No hay crédito ideológico, ni razón de ser (eso tal vez lo inventemos después, por esa necesidad que tiene la gente de racionalizar antes que de razonar). Y con el desarrollo de la guerra ponemos en juego la idea de comunidad: preservar el “no vivir solos”, que nos viene dado como una realidad deseable y conflictiva.

• Creemos que las consecuencias son más importantes que las causas. De hecho, no hay causas. Si, sí, la lógica dictaría que tampoco hay consecuencias. Pero hay un hay, y eso nos basta. Lo que queremos es estar juntos (el sentido es eslabonado, un continuum: juntos hacemos sentido, sólos rebotamos contra el espejo).

• En Fringe y Lost una de las hipótesis gira en torno a la paridad de rivales, la equivalencia de formas-de-vida. Nadie es lo suficientemente importante para ser causal de nada.

• Somos inocentes pero debemos hacernos responsables. Sin culpa. La culpa es una estrategia de Poder.

• Nuestra crítica respecto a la tecnocracia es de orden estético. Queremos que la humanidad se dilate en preguntas no en respuestas. Queremos que Google sea un chicle: que nos permita rumiar en el gesto de su uso. No queremos respuestas: intuimos que ahí se acaba todo: una especie de big-crash universal.

• Relatamos una realidad monstruosa: la hacemos monstruosa: nos mantenemos a salvo. Nunca un niño fue succionado por debajo de su cama. Pero es posible.

• Fringe y Lost no son distópicas ni utópicas: ¿sólo tópicas (¿de Topos: lugar?)? Puede ser, en tanto nuestros personajes buscan su lugar (¿desterratorializados por la guerra?).

• En ambas series la idea de territorio se manifiesta por su falta. No hay lugar. En el sentido de no-lugar, el glosado concepto de Marc Augé: una idea monstruosa, si se nos permite el halago.

• Todos tememos. La realidad es monstruosa, ya lo dijimos, estamos concentrados-juntos, y preocupados por la imposibilidad de parar la sucesión de hechos. Por eso en ambas series ponemos al amor como al gran redentor, como un freno o descanso al vértigo: ahí somos idealistas, cosa que no nos gusta tanto, pero es nuestro conflicto. A la vía amorosa la mostramos de manera inversa (poco usual) a la que cuentan otros: no es tanto el amar como el dejarse amar: la entrega a la realidad también monstruosa del otro: dejarse querer por un monstruo. No temer más.


De un vaso comunicador entre la ficción y la realidad.


Lo provisional. Lo provisional, ése es un link entre el ensayo (este texto) y la ficción. Ambos, ficción y ensayo, son dos herramientas para una misma construcción: la realidad. Con el ensayo buscamos una “voz”, nuestra voz, pero esa voz no preexiste: creemos posible, entonces, hacerla. Ciertamente esa es una hipótesis: el resultado de esta búsqueda de “voz”, ¿es un descubrimiento o una invención? El resultado es provisional. Y es suficiente.

Tanteamos la realidad, creamos y evaluamos hipótesis. Con la ficción vamos un paso más allá: hacemos una puesta en escena de la hipótesis mayúscula: la posibilidad de ficcionar. Si es posible crear una “voz” y en base a ella, crearnos, tal vez también sea posible ficcionar y crear realidad. Toda creación es provisional. Crear, la posibilidad de crear, esa es la hipótesis que nos une. ¿Es posible Crear?

Me gusta esto:

“«El horizonte ya no es un subrayado de la esperanza». Escéptico e iluminado, Luis Chitarroni reescribe la historia de la literatura para modificar la visión del porvenir.”

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