19 de marzo de 2012

El bufónido.

Se ve venir una tormenta bien negra. El campo tiene eso: los cielos terribles y la mirada amplia; lo que da tiempo (lo que debería traducirse en sabiduría; al menos en mi ética). Por aquí también me dicen que el agua se anuncia en muchas cosas. Yo entiendo poco, más bien nada, pero se siente que es verdad. También oigo algo inverosímil: a partir de la mirada de un sapo que se puso estrábico (aunque para mí tiene la mirada anodina de siempre); me dicen que esos ojos anuncian una muerte en la tormenta. Me dejaron pensando: porque el viento se levantó fuerte. Y lo que es el pensamiento, que cuando me devolvió a tierra yo ya me había quedado solo. Entonces me preocupé por mi falta: de reflejos, de lucidez, de compromiso con mi cuerpo, de instinto de supervivencia.

Jamás creí en supercherías. Pero lo cierto es que tengo solo este pensamiento. Y me digo estas palabras una y otra vez. Y sigo parado en el mismo lugar. Y cuando quiero ponerme en marcha es como si despertara; una y otra vez. Y solo veo venir la tormenta. Y todo se repite cada vez más acelerado; porque sé lo que va a pasar: y quiero evitarlo; cada vez es: un ya no poder: y siempre nadie a mi lado; incluso a mí: ya no puedo acercarme.

2 comentarios:

g. dijo...

Me gustó este texto.
Saludo.

Diego dijo...

Bueno, gracias.
Saludos.