Todo me parece elemental y lento. Hay retardo.
Siento que el capitalismo nos necesita algo retardados. Algunos parecen
despiertos, enérgicos, pero es pura ansiedad y prepotencia.
La riqueza se genera excusando necesidades: al menos
la mitad de los presentes no somos necesarios. Pero necesitamos empleo. Emplear
nuestro tiempo y, las más extrañas de las veces, nuestras facultades.
Consumimos y somos consumidos.
En la reunión predomina el inglés. Somos todos
latinos. Pregunto por qué. Me dicen que la corporación es americana. Pero si
nosotros y nuestro ¨target¨ es de habla hispana, cuestiono. No importa, me responden.
Noto impaciencia y hartazgo hacia mí. Y agregan, ¿no entendés que es una empresa global? Y yo entiendo. Mi
interrupción no es productiva, ni plásticamente jocosa. Cierro el pico.
La reunión continúa y sigo tomando nota. Los agentes
del sistema productivo siguen con lo suyo, eficazmente ¨mientras yo permanecía sentado en la otra punta de
la habitación con mi traje azul y mi corbata Sulka, tratando de parecer
simultáneamente atento, paciente y, de algún modo, indispensable para la
organización.¨ Gracias
Salinger.
La mayoría de los asistentes están gordos u ojerosos
o ambas y otras también; la mala vida se trasluce o adquiere cierta densidad
carnosa, tumorosa. La estética kidult no hace sino más grotesca su apariencia.
También persiste una actitud infantil: ponen el teléfono en mute y, mientras el
cliente habla, comentan su estupidez (probablemente el cliente haga lo mismo).
Todos nos sentimos superiores. Todos los presentes, también, sienten una
fascinación hacia Steve Jobs y su corporación Apple. Esperan el lanzamiento de
su próximo producto como un buen cristiano aguarda La Salvación. Todos también
van al psicólogo, su confesor privado. Y lo dicen con orgullo, como si fuera
prueba de sanidad, higiene y asepsia, como si eso, también, los debiera de
hacer más queribles. Son terriblemente afectivos y emocionales. Uno de los presenten
repite su tic nervioso cada vez con más frecuencia: cierra fuertemente un ojo y
se le tuerce toda la cara.
La campaña que estamos presentando no va a resultar.
No lo digo en voz alta. Si el cliente es persuadido, también creerá que sus
clientes lo serán. También es cierto que casi nunca nada fracasa lo suficiente.
No existe en esta profesión el equivalente a cortar el cable azul en vez del
rojo. A pesar de la exactitud de las métricas (que indicarían el éxito o el
fracaso), la valoración, es decir, el juicio, siempre responde a la ambigüedad humana
que usa el concepto de perspectiva para justificar lo que bien, podría ser un
capricho. Y lo es. Es el capricho de la rentabilidad. Todo se reduce a la renta
o a su perversión, el orgullo. Todos nos sentimos superiores. Todos le tememos
al dinero. Ustedes pensarán que yo no amo lo que hago. Yo amo. El precioso sol
de la tarde entra por el ventiluz.
Una de las chicas de la reunión, la más vivaz y
cínica, tiene ojos cristalinos y celestes. Es rellenita y de cachetes
rozagantes, es la cerdita de los muppets, y es también (¿es necesario que sea
tan elemental?), una marioneta. Me pregunto cómo será en la cama. De las cuatro
chicas presentes me cogería a dos.
Miss Piggy me pregunta qué estoy anotando. Y sí, es
sospechosa la manera en que estoy tomando nota. Nada en la reunión amerita una
atención tan copiosa. Le cambio de tema. Veo que ella está jugando con la
cortina, se la enrosca en el cuello mientras espera mi respuesta: hace el gesto
de ahorcamiento. Entiendo que alude a lo que el cliente, del otro lado del
teléfono, nos está diciendo. Le pregunto si se quiere matar. Me balbuce algo
que no entiendo. La dinámica de la reunión me la saca de encima. Yo sigo con lo
mío.
No sé cuánto tiempo llevamos encerrados. En este
momento están todos dispersos, enajenados, cansados de tanto power point. Ya
dijeron lo suyo y se vaciaron. Podría pararme desnudo sobre la mesa y no sería visto.
Pero la cosa todavía no termina. Ahora es mi turno de hablar. Ya se expuso todo
el marco estratégico, el análisis de medios, etc, etc. Ahora contaremos las
idea creativas, los conceptos, que les decimos.
Listo. Al final no hablé, lo hico un compañero, para
el caso daba igual. No resultó bien.
1 comentario:
Sí, manda saludos Houellebecq
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