14 de junio de 2013

Física atómica; fragmento delirante de trascendencia razonable.

Aquí estoy, cediendo. El impulso de escribir me sobrevuela la cabeza pidiendo pista. Se la doy, a ver qué baja. Tal vez nada, aparentemente eso; esto.

Para ciertas cosas uno sabe qué hacer, cómo canalizarlas; sabemos de la masturbación, pero esto, esto, no es claro. Escribir nunca es lo mismo. O al menos así lo es cuando vale algo. Ese valor es de capitalización íntima. Uno continuamente está operando sobre sí, haciéndose bypass, metiéndose mano en cada hueco, hurgándose, hablándose, viendo la manera de darse cuerpo.

Trabajamos espiritualmente sin tomar conciencia de ello. No tenemos una dirección, sino un impulso. Cedemos a un pulso; dos dedos sobre la muñeca o el cuello bastan para sentirse latir; ¿Qué hay entre cada bombeo? Esto, solo esto, un sistema que debe permanecer cerrado, que debe andar siempre en sus cauces. Desbordarse es morir; superarse a uno mismo.

Intuyo que la operación definitiva es paradigmática. La creación de un modelo de usurpación. Esa es la cualidad del Ser, su atributo: ocupar un espacio imposible (desocupar un espacio tampoco es posible). El paradigma es inverosímil: es uno mismo dejando de ser, moviéndose con la marea, mareándose hasta la inconsciencia, girando como un médium de sí mismo, entrando, definitiva pero transitoriamente, en la ausencia de palabras.

Y ciertamente yo dejé de escribir aquí. Entonces algo me pasó. Un átomo, el que contiene todo aquello que leí hasta el momento (y posiblemente el que intervenga en la operación definitiva, la de usurpación), se excitó y proyectó sobre mi mente ¨Thomas el oscuro¨. Eso me impulsó a hacer una cosa (o dos, aunque a los efectos son idénticas): buscar el libro de Blanchot y abrirlo al azar, o googlearlo (otra operación del azar) y ver qué milagro atómico se estaba operando. Hice lo segundo:

¨Y ahora no soy más que un ser sin mirada. Escucho la voz monstruosa con la que digo lo que digo sin comprender una sola palabra. Pienso, y mis pensamientos me son tan inútiles como lo serían el encrespamiento del pelo y las caricias en las orejas a las extrañas especies de las que dependo.¨

¨No existo y sin embargo perduro; un futuro inexorable se extiende infinitamente ante este ser suprimido.¨

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