3 de junio de 2014

Plumas.

Debería decir, pero prefiero callarlo, que ahora, en la plenitud de mi vida, en vez de estar trabajando a destajo para el siempre escurridizo porvenir, me encuentro panza arriba, y patas también, viendo pasar lo que es un espléndido y azul brillante día de otoño.

No quisiera, para seguir en esta osadía de inutilidad pura, tener que caer en reflexiones de ningún tipo o en una escritura de pretensiones filosóficas o poéticas. Pero, conociendo la mano fácil que tengo para el palabrerío e, incluso aún, para despabilar ojos perezosos y llevarlos, renglón tras renglón, hacia un final improbable y por eso también excitante, prefiero, con un esfuerzo que casi me saca de esta parsimonia, dejar de escribir, y solo sentir, como un animal sin futuro o como un pájaro sobre una alta rama de un árbol sin hojas, el viento. Eso, sentir el viento en mis plumas.


1 comentario:

NsNc dijo...

El otoño invita... Y ni te digo el invierno