15 de mayo de 2015

Caminar.

Hay cosas que no se resuelven pensando. De igual manera hay alejamientos que no se darán jamás con ningún desplazamiento. Hay cosas imposibles, aunque nos digamos lo contrario. Seamos más secos: lo imposible existe.

Pensar es moverse y caminar también. Que estas dinámicas se den en esferas diferentes solo indican una interdependencia. Y esta mutua dependencia es, por ejemplo, un imposible. Nada existe si no es por otro existente. Yo salgo a caminar como creo lo hacemos todos los caminadores: como un ritual de liberación imposible, como un escape virtual (que en alguna medida se da ya que produce alivio). Otrora, en lo remoto primitivo, caminar era cazar, huir, volver, etc. Era un medio como en algún momento lo fue el pensar. Hoy ya no existe el pensamiento ni la posibilidad de ir a ningún lado. La evolución nos paralizó en un presente tan rápido como inasible, tan veloz que ya no podemos alcanzarnos. Estamos ligeramente corridos de la existencia. Somos una forma de vida holográmica. Ser vistos es todo lo que necesitamos para existir. Un sentido tan sutil como la vista ya basta para el sometimiento. Una mirada, como nunca antes, puede terminar con todo.

Salir a caminar, de ser posible bajo el infernal mediodía en verano o en la oscuridad nocturna del invierno, son lo único que me queda para restaurar mi antigua forma de vida. De alguna manera, en esos espacios de agitación física y soledad (hay que llevar al exhausto todo), vuelvo a sentir lo que nunca sentí en tanto Yo, pero sí en tanto sujeto orgánico-histórico. Mi cuerpo y mente, que me anteceden en experiencia, me dejan saber, de alguna manera, que este es el camino fundacional. Caminar así es recibir una dosis de duda y misterio. En este ritual donde se recrea lo que fuimos se dan: alucinaciones sin imágenes, vacíos con formas de pensamiento y espasmos de quietud, entre otros incomprensibles. Pero lo que queda claro es el ojo, el ojo que está ahí afuera como un Sauron (cuenta Tolkien que en verdad el nombre de Sauron era Tar-Mairon, o ¨Rey Admirable¨). ¨Admirar¨, ¨mirar de cerca¨ en su etimología. ¿Y quién nos mira a nosotros o qué? Hoy nos mira internet, así como lo hizo nuestra madre y lo hace, aún en competencia con la web (¡e incluso desde ella!), nuestra pareja. No recuerdo quién dijo que estar casado es estar siendo observado todo el tiempo. Y es así, pasamos de la odiosa madre a la odiosa esposa, a la ¡oh diosa, internet!


Caminado veo esto, caminado creo que, por un momento, soy invisible y puedo atacar si así lo deseara o necesitase. Soy así el drama del mundo, el objeto de deseo oculto. Si yo mismo pudiera verme, dejaría de existir. Espero que la muerte traiga la ceguera y libere a los perros. Porque también en mi caminar se me cruzan algunos de ellos, los más suertudos y callejeros. Los que no están bajo la mirada de nadie, aunque los buscan ávidamente para darles el horroroso amor que les dan, por eso cuando me cruzan me miran desconfiados, levantando ligeramente el labio para mostrarme ese glorioso colmillo amarillo. ¡Amigo mío, nunca te voy a amar como para ponerte un saquito! Solo espero que tu fin te encuentre sin la mirada lacrimosa de ningún dueño. Solo espero que conserves tu intimidad y tus secretos que no son secretos, sino lo que soy yo, un misterio de irremediable desaparición. 

1 comentario:

Laura Melisa Alvarez dijo...

Caminemos. Leamos. Pensemos. Miremos el cielo. Pisemos firme. Amemos. Creamos. Observemos la vida en cámara rápida. Accionemos. Creemos. Tomemos agua. Miremos a los ojos. Planifiquemos. Construyamos Innovación sin prisa. No robemos sueños, soñemos. //

Sentir, pensar, Hacer.
Seamos auténticos.