Si digo tarde de verano, brisa fresca y ventana a la calle,
sabrán ustedes suponer el atractivo de acodarse allí para hacer nada. Me
perdonará el mundo, su ritmo, sus premisas de producción, su concepción
económica del tiempo y su incansable demanda de amor y felicidad, pero yo, así
abandonado al mirar y nada más, me olvido de todo, de todo lo mío. Y así, otro
todo, el Todo que escribo con mayúscula, el de total totalidad, el desafectado
de mi voluntad y presencia, me pasa frente a los ojos, ojos parsimoniosos y
desalentadores que le comunicarían a quien los mirase la insignificancia de
todo esfuerzo, porque, qué más da, cuando ya no esté ni yo ni quien
supuestamente me mirase, todo seguirá allí tal como lo dejamos, o incluso
mejor, por eso en mis venas la sangre está más dulce, porque la tarde se vuelve
rosada y yo solo miro: un viejo pasa en una bicicleta oxidada, lleva sandalias;
una abuela pasea a su nieto en cochecito muy lentamente; un gasista matriculado
(eso dice su camioneta) vuelva a su casa (supongo); un pibe en moto dobla medio
en contramano, se aleja; otro viejo pasa en bici, pero lleva mocasines y
camisa; la vecina de enfrente saca ramas del fondo y las pone en la vereda;
otro vecino baja las persianas ante la noche que llega; pasa un avión; vuelve a
pasar el pibe de la moto pero ahora con su novia atrás; misterio, de la nada
confluyen tres parejas jóvenes con su progenie a cuestas o caminando junto a
ellos y finalmente se disipan sin que me dé cuenta; dobla un Fiat Uno blanco
con dos malandras adentro; escucho el tren; al rato una chica de cartera que,
lo sé, bajó de ese tren, se mete rápidamente en su casa; una cámara de
seguridad inmóvil apunta a la esquina; yo sigo también sigo inmóvil, acodado en
mi ventana; la calle se oscurece y las luces naranjas se prenden; pasa un
desahuciado al que le falta una gamba, va pidiendo casa por casa y tiene
muletas y un hijo de 9 ó 10 que camina adelante; suspiro fisiológicamente y
cierro las cortinas antes de que los sentimientos me vuelvan el hombre que no quiero
ser, ese que me da mucho trabajo.
10 de febrero de 2016
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