19 de junio de 2007

Pánfulas; osadía de una indagación.

Desde que me había conocido, dijo, adoraba las pánfulas. Le pregunté qué eran las pánfulas; y me miró puesta detrás de una sonrisa. Esperé a que se le pasara. Pero como no, insistí.

Habrá sido para no incomodarme, o develarse, o averiguarlo, porque en mi insistencia resolvió levantar su remera. Un acto perturbador. En su rostro titubeaba el orgullo y la aflicción, el regocijo y la lamentación de poseer lo que en verdad nos posee: belleza. Se detuvo cuando un pecho saltó. A los ojos me miró para evaluar los daños; insuficientes. La cercenante pregunta, valga el pleonasmo, seguía ahí: pánfulas. Pánfulas entre ella. Pánfulas entre yo. Pánfulas entre ella y yo.

Aun dejando el prejuicio para otro día, la porfía será hoy el tormento de la voluntad femenina. A su servicio me calaban ojos de tensa redondez; buscaban, quizá, lo que yo no tenía: la no-interrogación. Al día de hoy no sé cuál es la mejor manera de ocultar lo que no se tiene. Yo me serví de la gravedad y del cinturón para dejar caer mi pantalón. Reflejo encantador el de la muy mujer, detuvo mi único nudismo apretando su cuerpo contra el mío. Uyuyuy: yo había levantado mi peso en varias oportunidades y también las mañas por sobre la fuerza. Pero jamás me había aprisionado su cadera. Y no pude moverme ni un significado más.

Desde más allá del entendimiento, y por tanto, desde más acá de la verdad, me vino un estremecimiento: se trataba de algo serio, y ella estaba jugando con eso. Pero aun así no podía temerle. El mal es la ejecución de la imposibilidad. Y bien sabe el humor que eso es imposible. Porque eso somos: humores: posibilidades. Si el infierno no existe es justamente por definitivo. Y ella, como jamás nadie, podrá formular esta pregunta: “¿Dónde está el humor cuando más lo necesitas”.

Me provocó el mejor beso. Sin embargo, a mi apasionado embate, giró la cabeza. Su gesto no fue esquivo, fue la consolidación de la invitación, no evitó mis labios, despejó su cuello: seducción: medio máxime en carencia de sutilezas que tiene como fin atraer (por empatía) la grosería del cuestionar, la insolencia del curiosear, el rudimento del dudar, para luego pasarnos por la experiencia (irrefutable, por reiteración) del no-hay-nada-que-saber: sea el caso del acto sexual, como el de páginas pasar o, quién sabe, las pánfulas.

Por la razón de su misma existencia, dos cosas consideraba tan seguras como improbables, que la interrogación es soñolienta y que la sangre bajando de mi cabeza debilitaba mi pensar; sociedad anónima hacen la curiosidad y el deseo: Devenir S.A. Y así como se desconoce el instante en el que se entra en los sueños, así desconocería yo el instante en el que entraría en ella.

Antes de que pudiera besar su cuello volvió su rostro hacia mí. Al hacerlo froto con fogosidad su mejilla contra la mía. Ese hambre, contrapuesto a la caricia nostálgica que dejaba en mi otro perfil, profundizó mi esfumación. Haciendo un último esfuerzo me aferré a mi nombre. Exhalé sobre su boca: “soy D., soy D., soy D.” Nada. Y no me extraña que nuestras bocas no tengan oído cuando siquiera nuestros pies tienen piso; cierto es que se apoyan sobre un planeta que flota. Sin embargo, bien podría yo engañarme, bien el engaño podría ser yo, bien nada de esto, bien nada de aquello. Lo dice esta manera de abrazarnos, otro campo del devenir, donde las dudas y las certezas crecen y se marchitan sin nuestro predecir. Sí, lo sé, lo sé, este resto de lucidez es ya parte resignación. Pero cómo no alimentar una resignación que promete tan grande resolución.

Lo recuerdo vagamente, recién, como siempre, me hablaste de algo así como las ínfulas, sí, sí, sí, las ínfu-pánfu…¡las pánfulas, las pánfulas, sí, las pánfulas!… ¿qué son las pánfulas, mujer? ¿las tienes tú, las tengo yo, están en el aire? ¿qué hemos hecho para arrebatarnos así? Dímelo. Antes de irme, de volver, de devolver, de revolver, jajaja, de enloquecer, jajaja, dímelo, ¡dímelo!

¡Calla insensato! –cortó ella-, calla, que ya no eres hombre.

16 comentarios:

Alex dijo...

decirte que me encantó es poco, filohumor es este texto.
y al principio leí pantuflas y de pantuflas a pánfila y agregaste ínfulas y besos y deseos esquivados pero deseados profundamente deseados. Y además me hiciste reír. Gracias, una vez más

Alex dijo...

y en una segunda lectura, soledad

microcosmos dijo...

oh! me tomaré el tiempo de hacer, no una segunda, sino una quinta lectura (a ver si logro salir del oh! oh!)

Paula García dijo...

oh! las pánfulas, las pánfulas... hermoso texto! yo tb voy por la segund alectura. Muy bueno fue el haberte encontrado entre pánfulas...

Chester J. Lampwick dijo...

La tarea de comentarista en este blog es sumamente difícil: comentar sus textos es como comentar una parte de su alma.

Permítame sólo leer en silencio.

Un abrazo.

Alex dijo...

chester: tenés razón

Alejandra Dening dijo...

Bueno, no sé por qué será, pero yo me quedo con la primera lectura y la sensación de que no importa nada, sólo que ella te carcomió hasta la inconciencia.

Mr. Verloc dijo...

Sus mujeres son muy retorcidas; y a mi, que me gustan los cuentos con moraleja, todo esto de las pánfulas, arrebatos sexuales y las preguntas sin respuestas precisas me deja un tanto perplejo.
Ahh..¿esa era su intención?
Mire Sr. Diego, ya me hizo pensar demasiado y se me pasó el arroz.
Saludos.
valió la pena la espera.

@slz_ dijo...

conozco a ese tipo de minas. comienzan como un color so�ado: indescripiblemenete buenas, al final son como el parque jur�sico: todo gritos y careras.

Diego dijo...

Del tipo ese de minas que conoce no creo estar hablando aquí. De hecho, no es sobre minas este relato.

Hay una verdad que cada día me duele: no importa cuán mal se escriba, siempre habrá peores lectores.

Mr. Verloc dijo...

Ah, no era de minas?
Y yo que pensaba que "la pánfula" era alguna vecinita suya, de esas que Ud. se quiere levantar leyéndoles Schopenhauer y jugando al balero.

SerafinToxico dijo...

terrible musa aquella ¿Las hay d otro tipo?
Yo creo que las pánfulas son fábulas pánicas, como las de jodorowsky y si no pues son retazos dadaístas que vos dejasteís entrever en
“soy D., soy D., soy D.” Nada.
sino pues no son, pero igual si son alog, no neceistan que todos sepamos que cosa son para existir. :)

y x cierto... no soy buddha

microcosmos dijo...

todavía trato de imaginar qué serías, insensato, si ya no eres hombre.
y tengo como para una vida. lo que me gusta, es pensar que la respuesta no es única (sí, ninguna lo es, pero algunas se prestan más que otras para morir degolladas bajo el yugo del eureka).

Alex dijo...

pánfulas y más pánfulas

Mr. Verloc dijo...

¡¡CAMISETAS PERSONALIZADAS!!!

¡¡YO QUIERO UNA!!

"eu gostei desse post", niiii lo leiste chabón!!! eeehhh, imbécil!!!

Como Diego no está, me tomé el atrevimiento de insultar al brasileiro de las camisetas.

Alicia dijo...

"No hay nada en el mundo repartido más equitativamente que la razón. Todos creen tener suficiente".

René Descartes

Fue quien dijo la frase que citás en tu perfil :)

Muy lindo blog. Saludos.