16 de agosto de 2009

Paralaje de un gozo.

No tengo recuerdo para asociarlo, sin embargo, por algún motivo, una temperatura cercana a los veinte grados y la noche (más aún si hay luna llena) me provocan un gozo de mixtura


“Este animal carece de ojos y sólo puede dar con su lugar de acecho gracias a la sensibilidad de su piel a la luz. Este salteador de caminos es completamente ciego y sordo y sólo el olfato le permite percibir la cercanía de su presa. El olor del ácido butírico, que emana de los folículos sebáceos de todos los mamíferos, actúa sobre él como una señal que le impulsa a abandonar su posición y a dejarse caer ciegamente en la dirección de la presa. Si la buena suerte le hace caer sobre algo caliente (que percibe gracias a un órgano sensible a una temperatura determinada), eso significa que ha logrado su objetivo, el animal de sangre caliente, y que ya no tiene necesidad más que del sentido táctil para encontrar un sitio que esté lo más limpio posible de pelos y hundirse hasta la cabeza en el tejido cutáneo del animal. Ahora ya puede chupar lentamente un chorro de sangre caliente”. Uexküll, sobre la garrapata, citado por Agamben.


en el que podrían caber la emoción sensual, la vibración erótica, el sentimiento romántico, y la percepción de estar siendo circulado por un energía vital que necesita comunicarse conmigo, porque me pertenece, y con el otro, porque le pertenece; cosa que intuyo imposible de efectuarse, lo que le da cierto regusto trágico, pero que, sin embargo, es algo demasiado atractivo e intenso como para lamentarlo.


I'm a shooting star leaping through the sky
Like a tiger defying the laws of gravity
I'm a racing car passing by like Lady Godiva
I'm gonna go go go there's no stopping me
I'm burning through the sky yea
Two hundred degrees that's why they call me Mr. Fahrenheit
I'm travelling at the speed of light
I wanna make a supersonic man out of you
Del tema ¨Todo lo que es persevera en su ser¨, de Freddy Spinoza.



Ver llamas como garras recortando la oscuridad; supongo que han de sentirse a ellas mismas como yo las gozo al verlas; perduran ya no siendo ellas ni tampoco yo y mis veinte grados (etc) en incluso este tema. Y le grito a Edgar Morin que está diciendo cosas un par de párrafos más abajo (y al niño que está en el último): “Ehh, el tema que acabo de linkear tiene guardada nuestra edad”. Pero attenti, la tiene escondida en el punteo de la guitarra que hace la base. Y la tiene tan escondida que hay que ir a otro tema para escucharla. Y ahí sí, en Every breath you take (y su base) reconozco mis huellas, mi tránsito por la niñez y la pubertad. Todo en el vehículo de la aparente semejanza sónica entre temas. Entre ellas y yo: ángulo de paralaje.






También cierta brizna, si es cruzada, y viene un poco desde atrás; eso mismo, sin ser algún pasaje de Pessoa, aunque siéndolo en mí en grado piel. Lo mismo, como esa dermis mía, una mirada sin horizonte, que podría ser hacia los campos de Buenos Aires.

Y que las cosas se vinculan también podría ser cierto. Porque el gozo, el mismo gozo, está en la imagen del eclipse, sea el astronómico o el de Mitsubishi.
Cuando esos eclipses nos suceden, no hay otra cosa más, uno cae en el cono de la sombra o en el túnel de la velocidad. Resplandores; los hay en la retina como en el pie del acelerador. Y así damos por inaugurada la exofisiología con su emergente estética.





Naranja.






El naranja, si lo veo como un ocaso eterno (real en el polo), también me estremece; cosas de la fe.

Veo que el color es también una cuestión de amor. Será que en sí está el gradiente; el movimiento; la paralaje: y la paralaje de la paralaje; y esa cuestión de irse muriendo siendo eso (tal vez) otro efecto de la paralaje. Qué cosa esta obsesión de la vida por vivirnos.

La existencia me precede. Edgar Morin me dice en el pequeño libro “Diálogos sobre la naturaleza humana”: “En el fondo, creo que todo ser lleva dentro, de forma más o menos reprimida, todas las edades de la vida: el recién nacido, cuya gravedad resulta tan fascinante de contemplar, es ya un aciano en posesión de una sabiduría inmemorial, de la que no es, por supuesto, conciente”. Y continúa: “Me atrevería a decir que lo humanamente ideal sería que todas esas edades de la vida vivieran en nosotros, en el bien entendido de que la vez es una bonificación y no un avinagramiento”.

Lo entiendo. Y lo ideal sucede. La comunicación de las edades se da, finalmente, borrando el cronos (u olvidándolo, yo que sé). Y uno se llena de gozo, te cuento: iba yo corriendo con esos shorts que tienen un tajo al costado y me crucé con un nenito en su triciclo (cual Mitsubishi Eclipse). Lo miré serio, me miró grave (cual Edgar Morin), y con su recién inaugurado lenguaje me gritó:“Ehhhh, tenéz doto el pantadón”. Le sonreí, naturalmente. Y en esa curvatura él, sin saberlo, me entendió: gracias che, gracias.

1 comentario:

Alex dijo...

he de decir que cuando leí el título, dije, "chau, me quedé afuera", esos cálculos nunca fueron lo mío. Pero después pensésentícreíquisequiero saber que tengosoy todas las edades y que en algún punto estoy en medioalrededor de eso que te hace serestar quien sos y que me gusta tanto :)