29 de octubre de 2009

Crónica de un reordenamiento íntimo.

(Hermanado al texto anterior).

Por extraña vez consecutiva (entre repetición y diferencia tensamos la vida), actuó. Lo hizo a su modo, femenino, por no decir que ignoro.

Sin embargo sabemos, por humanos y animales, que la pasión es contingente y que la explicación es, también a su modo, otra forma de engañar. Convencidos de esto juzgamos conveniente abandonar las palabras a su infinito decir; y callar. Pero callar con risa y malicia. Como habiendo acordado, cual guerreros (las parejas luchan), un pacto de custodia a nuestra comunidad. Es esta, le guste o no a los de afuera, la única manera de traficar intimidad bajo la constante amenaza del orden psico-cultural.

La restauración amorosa (el amor es un privilegio caro) es posible si se aprende a despreciar al ideal. Siempre puede fundarse un bienestar, si aun conociendo el pasado (y su costumbre de repetición), se considera impertinente su anulación (el pasado nunca es tal en su condición de haberse ido). Es decir, construir un bienestar no tiene que ver con una negación del daño sino con una anulación del drama, del relato trágico.


“Lo trágico no es tanto la acción como el juicio, y la tragedia griega instaura primero un tribunal”. Crítica y clínica, Deleuze.


Hay que volverse lúcido y tomar conciencia (reitero, el amor es un privilegio, y como tal, caro). Conviene fijarse, por ejemplo, si la tan solicitada confianza, no es más un producto del miedo que una prerrogativa del amor; yo creo que a la conquista de un bienestar, la confianza es inútil. Traigo una vez más a Deleuze: “No tenemos por qué juzgar los demás existentes, sino sentir si nos convienen o no nos convienen, es decir, si nos aportan fuerzas o bien nos remiten a las miserias de la guerra, a las pobrezas del sueño, a los rigores de la organización.”

Mutis, mutare. Mutemos con las voces de Ibrahim Ferrer y Omara Portuondo.

2 comentarios:

Javiera F. dijo...

estudiás en puán?

Diego dijo...

No, pero he cursado cosas sobre otras calles, por ejemplo: Callao, Maipú, Belgrano, y otras tantas de parecidas características en tanto poseedoras de instituciones educativas. Aunque ninguna memorable en grado alguno como Puán, de donde tengo entendido, ha salido gente muy interesante. Espero sea tu caso.