Devaneo me suena a veraneo; entonces me distraigo y
soy fiel al concepto.
Antes de dormir, y a razón de haber vivido un día singular,
experimenté (y no por primera vez), lo que trataré de iluminar con palabras
más, palabras menos. Antes de dormir, decía, pensaba en el libro ¨Ensayo sobre
el Cansancio¨, de Peter Handke; y creí, de golpe, haberlo comprendido. No sé
realmente, o no podría, decir nada sobre el libro de Handke; pero supe lo que
el libro quiso decirme. Y lo quiso decirme fue: esto que te pasa, es de lo que
hablo.
Hay días que parecen tenerlo todo. Como si la vida
entera se compactara para caber en, digamos, dieciséis horas (me levanto a las
ocho me acuesto a las veinticuatro).
Ese tenerlo
todo, ese haberlo tenido todo en
apenas una fracción de vida, genera un cansancio como ninguno otro. ¿Podría
llamarlo cansancio existencial? Podría, pero no quiero mezclarlo con la miseria
del existencialismo. Este cansancio es, lo es en parte, como el cansancio del
conejo de Peter Handke. Es un ¨ya está, sé que ya está. Todo terminó,
finalmente¨; es también lo contrario del horror
vacui; porque todo está como lleno.
El otro día sintonicé una frecuencia universal
inusual (que bien podría catalogarse de orden mística) y noté (lo digo en
lengua humana), lo siguiente: el universo es tan grande que no cabe en sí
mismo. Y pienso ahora, el universo está cansado.
Ustedes deberían preguntarle a alguien inteligente,
pero sobre todo claro, lo que yo quiero decir; porque en verdad no tiene tanta
vuelta la cosa. En principio yo debería aclarar lo del conejo de Peter Handke.
Parece algo simpático, pero no lo es (sí es empático, al menos para esta
circunstancia). De hecho, si mal no recuerdo (y ahora que lo escribo creo que
todo recuerdo es una especie de mal; no sé bien por qué, tal vez porque las
cosas no puede pasar dos veces). Decía: si mal no recuerdo, el mismo Handke
pide disculpas por incluir la escena
del conejo. Y tiene razón, porque es cruel. Pero lo perdonamos enseguida porque
la crueldad está en nosotros, no en el hecho. Las cosas pasan; y si percibimos
que pasan todas juntas, si el universo es tan grande que no cabe, y si uno
encima recuerda y siente que todo hubo terminado aún antes de que hubiésemos
tomado conciencia, entonces aparecen las ganas de llorar; la necesidad misma del
llanto; pero ningún llanto que se le parezca; no es esta el agua bendita de las
emociones (bendita=bien dicho); esto es un cuerpo hinchado (porque todo ha
entrado en él) y que sufre (como una represa que se resquebraja y comienza a
ceder); uno se mete en el universo, luego el universo se mete en uno y puf!; la
filtración. Una filtración que señala un inminente cambio de estado del que sí,
ahora sí, sentimos nostalgia. Pero la nostalgia no tiene nada que ver con la
necesidad de llanto. Va por un carril separado. Este llanto y esta nostalgia son como el meteorito y los
dinosaurios; ni el meteorito extinguió a los dinosaurios, ni los dinosaurios
extinguieron al meteorito.
En este punto debería transcribir la terrible escena
del conejo de Peter Handke. Aunque no estoy seguro si eso hubiese aclarado el
asunto. De lo que sí estoy seguro es que debería haberla copiado desde un
principio. Es más, podría haber evitado todas estas palabras y poner solamente ese
fragmento de texto; y hacerlo bajo el mismo título del libro ¨Ensayo sobre el
cansancio¨, eso hubiera sido suficiente. Pero no. No porque simplemente no lo
sabía. Como tampoco sé ahora si realmente vale la pena hacerlo. Porque este es
un estado de conciencia no participativo. Quien aquí lee no anda necesitando a
tal conejo. Y quien aquí escribe, ya tampoco.
3 comentarios:
"el Universo está cansado", si, ahora que lo pienso, así debe ser...el Universo se desborda a si mismo, qué terrible, tengo un poco de miedo, en cualquier momento, ¡plum! se desploma
puede que lo haya leido en el feis???
Alex: sí, pero era un borrador. El de acá es el ¨definitivo¨.
Nina: si se desploma viviremos en sus ruinas, como corresponde.
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